Aterrizaron en Barajas el viernes y arribaron en autobús a Sevilla la misma mañana de Nochebuena buscando aumentar su esperanza de vida. Un grupo de 34 niños bielorrusos, de los casi 400 que participan cada verano en el programa de acogida temporal auspiciado por la Confederación de Hermandades de San Cirilo, está pasando las fiestas navideñas con sus familias de acogida en Sevilla, que generosamente han abierto sus hogares también en Navidad a estos niños afectados por la catástrofe nuclear de Chernóbyl.
Es una de las posibilidades que brinda este programa, diseñado para sanear los organismos de estos pequeños (alargan su vida de año y medio a dos años por cada mes que pasan alejados de la zona contaminada) y al que pueden acogerse los padres de acogida que así lo deseen. La decisión, sin embargo, no es sencilla puesto que, a diferencia de lo que sucede en verano cuando las hermandades implicadas en este programa pagan una parte de su traslado, la estancia navideña de los niños debe ser sufragada íntegramente por las familias de acogida, un esfuerzo económico que entre gastos de traslado, documentación y seguros, ronda los 600 euros por niño.
La Basílica de la Macarena se convirtió el sábado por la mañana en el punto de encuentro para que esta cuadrilla de niños procedente del Este se diversificara por los hogares de sus padres de acogida sevillanos. Acompañados en su estancia por dos monitoras bielorrusas, los niños, con edades comprendidas entre los 8 y los 17 años, permanecerán en Sevilla hasta el 8 de enero.
Tampoco en estas fechas, a diferencia del verano, está previsto que los niños realicen actividades conjuntas. "No es igual que en verano, que van juntos a Isla Mágica o a las playas. Éste es un periodo más familiar y lo que nos recomiendan es que participen en los coros de campanilleros en las calles, que vayan a ver belenes y que por supuesto disfruten con las cabalgatas, en fin, lo propio de estos días", señala Jesús Escudero, integrante de la Confederación de San Cirilo y padre de acogida de Sergei, un niño de 12 años que habla con cierta soltura ya el "andalú", al que le encanta "los Reyes", el turrón de chocolate (no así los mantecados), ver la televisión de su país por internet y que con ésta vive ya su tercera Navidad en Sevilla.
A pesar de que la religión predominante en Bielorrusia es la ortodoxa -allí celebran la Navidad el 7 de enero- a estos niños les llaman la atención los belenes y, sobre todo, las cabalgatas de reyes. "Disfrutan de la familia, de las cabalgatas, de los juegos. Sergei se ha quedado asombrado con el espectáculo de luces que se proyecta en la fachada del Ayuntamiento. Hace dos años, en la primera Navidad que pasó en Sevilla, sólo sabía repetir que aquí llovía mucho. Aquel año sólo se salvó la Cabalgata y porque Dios quiso".
El de Sergei es un caso con final feliz, pero Jesús Escudero recuerda que miles de niños esperan en Bielorrusia el ofrecimiento de más familias de acogida para pasar unas mini vacaciones alejados de la dura realidad de su país.