Hace ocho años, la selección española perpetraba uno de sus mayores fracasos en la Eurocopa de Portugal, en la que apenas pudo ganar un encuentro y fue apeada en la primera fase. El modelo de España, si es que existía, quedaba absolutamente despedazado en manos de un Iñaki Sáez que se vio obligado a dimitir de un cargo para el que ya había sido renovado. Unos meses antes, concretamente el 1 de febrero de 2004, Joaquín Caparrós, por entonces entrenador del Sevilla –y descubridor de talentos de la cantera de la carretera de Utrera– había dado la alternativa en Riazor a un tal Sergio Ramos al que aún le quedaban dos meses para ser mayor de edad.
La confianza del técnico utrerano fue importante para que poco después del ridículo de la absoluta en el país vecino, el chaval de pelo largo y lacio –por el que le apodaban Schuster en su pueblo– que había jugado siete partidos en Primera se convirtiera en campeón de Europa sub 19 en Suiza. Allí coincidió con hombres como Silva, Juanfran Torres, De la Red o Raúl Albiol, y con ellos empezó a tomar la costumbre de levantar copas vistiendo la camiseta roja de España.Sergio, en verdad, quería dedicarse a los toros cuando era niño y suceder a sus paisanos Paco Camino y Curro Romero como una de las patas más relevantes del toreo contemporáneo, pero a su madre le daba miedo y se inclinó por la otra fiesta nacional: el fútbol.
Y bien que hizo.Una gran temporada en el Sevilla le catapultó a la galaxia. Concretamente a la que hay junto al Paseo de la Castellana de Madrid y en torno al constructor Florentino Pérez, que, por cierto, fue el primer español que fichó para su Real Madrid. Aquello supuso un cisma en Nervión. Entre que las formas no fueron las mejores, que se trataba de una perla de la cantera y que su marcha cerraba un verano convulso, Ramos fue señalado como el enemigo público número uno del Sánchez Pizjuán, un sambenito del que se está despojando poco a poco, sobre todo al recordar al malogrado Antonio Puerta en todos sus triunfos.
No son pocos ya los sevillistas que se enorgullecen de este producto de su cantera.Con 19 años y sin apenas experiencia en Primera, a Sergio se le exigía ser el sucesor de Fernando Hierro. Casi nada. Pero con un desparpajo impropio, cogió el toro por los cuernos y desde el primer momento tomó como suyas las dotes de mando del malagueño, al que incluso superó como el madridista más expulsado con 264 partidos menos. En la capital ha ganado tres Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa de España –en total menos títulos que el Sevilla desde que se marchó–, pero es en la selección nacional donde se ha ganado el respeto de todo el país, especialmente en la Eurocopa recién acabada.En esta España única, Ramos ha sido un fijo tanto para Luis Aragonés como para Vicente del Bosque.
El camero estuvo en el Mundial de 2006 y fue titular en los partidos importantes con solo 20 años. En la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010 fue pieza clave en el lateral derecho.Pero su consagración ha llegado en Polonia y Ucrania, solventando de forma sobresaliente la baja de Puyol en el centro de la zaga formando una pareja indiscutible con Piqué. Y para colmo, ahuyentó sus fantasmas con los penaltis tras su fallo en la semifinales de la Champions con una ejecución a lo Panenka que le elevó a los altares del atrevimiento futbolístico y encogió el corazón de millones de españoles en la semifinal ante Portugal.Caparrós dijo de él cuando lo promocionó del Sevilla Atlético que tenía “un gen ganador” Visto lo visto, el utrerano acertó de pleno.