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De Cristiano tiene poco

Seleccionamos chicos de entre 18 y 32 años que sepan jugar al fútbol con alto parecido a Cristiano Ronaldo para casting de importante empresa de marca deportiva. Tarifa del rodaje, 240 euros día...

el 16 sep 2009 / 04:34 h.

Seleccionamos chicos de entre 18 y 32 años que sepan jugar al fútbol con alto parecido a Cristiano Ronaldo para casting de importante empresa de marca deportiva. Tarifa del rodaje, 240 euros día. Así rezaba un anuncio de ayer en internet, donde el jugador más caro de la historia del fútbol cuenta con más de 25 millones de entradas en el buscador de referencia. ¿Alguien puede parecerse a Cristiano Ronaldo? Él hace todo lo posible porque nadie lo logre.

94 millones es su valor de mercado, la cifra que le perseguirá en cada campo que pise a partir de ahora. Fuera del tapete verde los valores de este chico nacido hace 24 años en uno de los barrios más pobres de Funchal, con nombre futbolero, Quinta do Falcao, también se miden en euros, antes en libras. En los vetustos vestuarios con manchas de humedad del Andorinha, donde su padre, Dinis, que sufría problemas con el alcohol, ejercía de utillero, Cristiano Messias Ronaldo dos Santos Aveiro juró que, como Scarlett O'Hara, no volvería a pasar hambre. "Y (añadió) tendré un Ferrari". Confió en que el balón fuese su gran aliado para escalar a ritmo frenético en busca de la cima de la hoguera de las vanidades.

Sus extraordinarias condiciones para el balompié pronto lo propulsaron hasta el Sporting de Lisboa, allí donde surgió el primer galáctico de Florentino Pérez, Luis Figo, 36 millones más barato, y a la sazón gran ídolo de Cristiano. Vistiendo la zamarra de rayas horizontales verdes y blancas ya tenía obsesión por las abdominales, hasta 1.500 al día, y los gimnasios. CR7 es el primer adorador de sí mismo. Y adora que le adoren, también de noche. Y en Manchester sólo lo hacían en Old Trafford, porque allí es difícil confundirse de madrugada. No hay donde.

También porque su entrenador, Álex Ferguson, el último gran patriarca de los banquillos, ha ejercido para él como un estricto protector, después de que en 2005 Dinis acabara sus días víctima de la bebida. Dos años atrás los capitanes de los diablos rojos, Ryan Giggs y Roy Keane, habían convencido en el vuelo de vuelta a Ferguson para que fichase a aquel joven extremo que en el amistoso de inauguración del estadio José Alvalade les había destrozado con su velocidad. Pocos días antes David Beckham era presentado en el palco de honor del Bernabéu y dejaba la banda derecha del Teatro de los Sueños expedita para CR7, que ya barajaba la idea de seguir los pasos del Spice Boy en el futuro. Costó 18 millones y pasó a cobrar 4.

Compró una lujosa mansión para Dolores, su madre, en Funchal, abrió una tienda de ropa con línea propia (CR7, cómo no) -alejada, digamos, del buen gusto- regentada por su hermana Elma; patrocinó el intento de carrera como cantante de Catia, su otra hermana, mientras su hermano Hugo le daba más quebraderos de cabeza por sus flirteos con las drogas. Y ya había un Ferrari de 250.000 euros en la cochera de su casa en Manchester.

Alcanzaba la cima de su carrera futbolística en 2008, cuando acaparó todas las distinciones individuales posibles tras impulsar al United con 42 goles a conquistar la segunda Premier y la primera Champions de la era CR7. Vivía entonces un apasionado romance con la mallorquina Nereida Gallego, a quien regaló unos pendientes de 30.000 euros, una modelo más en su larga lista de conquistas que reforzó su amor por España y le abrió camino en las discotecas de Ibiza.

Las marcas, de ropa, de coches, de zapatillas, de fotocopiadoras, hasta los bancos, hacían cola como las chicas, convertido en el icono que siempre imaginó para triplicar su cuenta bancaria. Pero le faltaba el salto al último escaparate, el que le pondría en otra dimensión en su particular escala crematística de valores. CR7 se convirtió en el inalcanzable CR94. Ya es el más caro, el que más gana, el que más vende, el chico de oro. Y lo celebró por todo lo alto gastándose 18.000 euros en champán con Paris Hilton...

Alguien dijo que los amigos dicen mucho de uno mismo. Lo peor no fue la cuenta.

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