De escándalo en escándalo. Así vamos por la Liga. Y casi siempre con los mismos perjudicados y beneficiados. Ayer fue el Sevilla quien sufrió en sus carnes la ira arbitral de Mateu Lahoz, que no pitó la primera falta contra el Barça hasta pasada la hora de partido y expulsó de manera injusta a Medel por un rifirrafe con Cesc, en el que éste simuló recibir un cabezazo del chileno, que de todos modos picó porque nunca debió ir al encuentro del azulgrana.
A falta de 20 minutos, al Sevilla, que se había empleado con una intensidad tremenda y estaba sabiendo jugar su partido a la perfección, era impensable que se le pudiera ir la victoria, aunque el Barça apretaba de lo lindo. Pero Mateu decidió ponerlo sencillo: primero expulsa a Medel y luego permite a Thiago jugar un balón con la mano instantes antes del 2-2.
Sólo una vez en la historia de la Liga el Sevilla había perdido en casa un partido que ganaba 2-0 (fue el 2-3 ante la Real que supuso el cese de Camacho, en 1997) y nunca el Barça había ganado un partido que perdía en 88’. Anoche todos esos registros históricos quedaron rotos. Y mucho tuvo que ver en ello el pernicioso arbitraje de Lahoz, que ayudó al Barça y perjudicó claramente al Sevilla con sus decisiones.