Resistió el Betis: bajo cero, con hielo en ambas áreas (la de Fondo Norte era un poema) y bajo la carga a toda máquina de un Numancia que, hasta el penalti de Pavón a Molina, parecía la reencarnación del Manchester United en las salvajes campas de Carrington, Manchester. Pero resistió el Betis, con el mínimo daño del gol de Nano, y el penalti de Pavón a Molina cambió el escenario. A partir de ahí, Emana dejó claro que es el jugador con más peso específico en la Liga Adelante y el Betis de Mel volvió a levantar tres puntos que valen su peso en oro purísimo. A partir de ahí…
A partir de ahí, queda claro que, en la actual situación de la Sociedad Anónima Deportiva conocida como Real Betis Balompié, de lo único que no se puede dudar es de este equipo, el equipo que José Mel Pérez, sus técnicos y su plantilla tienen ya casi doblando la ciaboga de la travesía del retorno a Primera. Si Mel ha renovado, es lo mínimo. Si alguien puede dudar de Mel, que explique sus razones, porque el entorno de este equipo se vuelve insoportable, ante la tensión desatada por la judicialización de la situación y la catarata de declaraciones más o menos extemporáneas.
A poco más de una semana de la Junta de Accionistas que parece predestinada a dar otra vuelta de tuerca, el equipo hace oídos sordos a tanta anomalía… y sigue ganando, como si los líos no fueran con él. Algo casi inexplicable, partiendo de la base de que el rumbo de la entidad pasa por una sesión de la Sala Primera de la Audiencia Provincial, que decidirá sobre las medidas cautelares de la célebre jueza Alaya. Si la Audiencia revoca esas medidas en lo tocante a los derechos políticos de las acciones de Farusa, el tinglado volverá a crujir en todas sus cuadernas. Gordillo y los otros administradores judiciales designados por Alaya han prometido su marcha si no son confirmados por la Audiencia. Mientras, el equipo de Mel gana y vuelve a ganar. Admirable equipo del Betis, admirable Mel.
