Hace 13 meses la vida de Baltasar Garzón dio un giro de 180 grados. Hace 13 meses Baltasar Garzón destapó la ma-yor red de corrupción vinculada al PP en los últimos años: el caso Gürtel. Diputados, consejeros, alcaldes, el tesorero nacional e incluso un presidente autonómico han quedado tocados por la sombra de la corrupción gracias a sus alianzas con Francisco Correa -el líder de la trama- y sus secuaces.
El llamado juez estrella de la Audiencia Nacional -no sin cierta sorna- tiene desde entonces tres causas penales abiertas contra él en el Tribunal Supremo (TS) y un pie en el banquillo de los acusados. Hasta febrero de 2009 sólo se había interpuesto contra él una querella del sindicato ultraderechista Manos Limpias, al que luego se unieron la asociación Libertad e Identidad y Falange, por declararse Garzón competente en la investigación de los crímenes cometidos por el franquismo.
El pasado jueves la Sala de lo Penal del TS rechazó el recurso que interpuso Garzón contra el auto dictado por el magistrado de este mismo órgano Luciano Varela en el que se exponían los motivos para sentarle en el banquillo por una presunta prevaricación por su investigación de las desapariciones durante el franquismo. Esta decisión lo acerca más que nunca al banquillo. La apertura de un juicio oral supondría su suspensión automática.
Más tarde, en junio de 2009, fue presentada otra querella, por cohecho y prevaricación, con respecto al patrocinio del Banco Santander de dos cursos en el Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York y que fueron coordinados por Garzón después de que éste archivase una querella contra el presidente del Santander, Emilio Botín. La querella contra el juez fue admitida pese a que el caso ya había sido denunciado en junio de 2008 y archivado. El TS ha citado como imputado al magistrado el próximo 15 de abril por esta causa.
Y la última denuncia llegó el 9 de diciembre de 2009. El abogado Ignacio Peláez presentó una querella por prevaricación en relación con las escuchas en la cárcel de conversaciones entre acusados de la trama Gürtel y sus abogados. El jueves el Tribunal Superior de Justicia de Madrid invalidó dichas escuchas al considerarlas un "delito" próximo "a la tortura inquisitorial".
Conocido por la espectacularidad de los casos que instruye como el GAL, durante el Gobierno de Felipe González, que acabó con la condena del ex ministro del Interior José Barrionuevo y del ex secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera; los golpes contra la banda terrorista ETA y recientemente en el campo de la jurisdicción universal con el procesamiento del ex dictador chileno Augusto Pinochet, los militares torturadores de Argentina o la investigación de los responsables jurídicos de la cárcel de Guantánamo; estos días el juez de la Audiencia Nacional comparte sus instrucciones con el tiempo que dedica a su propia defensa.