Tanto el presidente de los hosteleros malagueños, Rafael Prado, como el de las salas de fiesta y discotecas, Juan Rambla, coincidieron en apuntar como causas la crisis, un ligero descenso en el número de visitantes -aunque según el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, fueron casi los mismos que el año pasado pese a durar un día menos- y el daño provocado por la presencia de barras de alcance en la plaza de la Constitución y calle Bolsa y de tiendas "reconvertidas" que se han dedicado a vender alcohol.
Mientras, vecinos del centro y peñas siguen denunciando que la Feria de día se convierta cada año en un gran botellón.
En Almería, el presidente de la Asociación Profesional de Industriales Feriantes, Damián Espinosa, alabó el nuevo real como "uno de los mejores de España", pero lamentó la "mala distribución" de unos 60 puestos de comida y dulces junto a los aseos públicos o la autovía. Un acuerdo con el consistorio ha permitido reubicar a la mitad y "ahora toca trabajar" hasta el día 28. El año que viene volverán a hablar.