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De la playa a la gloria continental

La Eurocopa de Alemania había sido el final de la gran generación de futbolistas daneses que asombró al mundo a mediados de los años ochenta. No parecía que los Elkjaer, Lerby o Morten Olsen tuvieran relevo hasta la sorprendente aventura en la vecina Suecia.

el 15 sep 2009 / 05:37 h.

La Eurocopa de Alemania había sido el final de la gran generación de futbolistas daneses que asombró al mundo a mediados de los años ochenta. No parecía que los Elkjaer, Lerby o Morten Olsen tuvieran relevo hasta la sorprendente aventura en la vecina Suecia.

La última fase final de la Eurocopa con ocho selecciones fue la que tuvo un desenlace más sorprendente. De hecho, la ganó una selección que dos semanas antes del evento no tenía previsto siquiera participar. Dinamarca, eliminada por Yugoslavia en la fase previa, tenía a sus futbolistas desperdigados por las playas de medio mundo cuando la UEFA decidió vetar a los serbios al descubrirse las fosas comunes de Srebrenica. Richard Moller-Nielsen estaba contratando a unos albañiles para cambiar la cocina de su casa cuando hubo de ponerse a cazar a lazo -apenas había teléfonos móviles- a veintidós daneses que quisieran jugar la Eurocopa. A su gran estrella, Michael Laudrup, recién coronado campeón de Europa con el Barcelona, no le pareció seria la situación y declinó la convocatoria. No vivirá lo suficiente para arrepentirse.

Sin ni siquiera jugar un amistoso, con media docena de entrenamientos en las piernas y ajustándose al plan de viaje de los yugoslavos porque no habían tenido tiempo ni de reservar hoteles, los daneses se plantaron en Malmoe -a media hora en ferry de Copenhague- el 11 de junio para desafiar a los ingleses que, víctimas de una tremenda empanada mental, les concedieron un triste empate a cero. La derrota contra los anfitriones, Suecia, parecía esclarecer definitivamente el grupo, del que habrían de salir los compañeros de Brolin y la Francia de Platini, un equipazo con dos delanteros llamados Papin y Cantona. Dinamarca había cubierto el expediente compitiendo con dignidad y la organización le agradecía el esfuerzo por no dejar coja la Eurocopa tras la exclusión de Yugoslavia.

A Francia le bastaba el empate para sellar su pase pero un gol tempranero de Larsen sumió a los galos en un estado de nervios alucinante. En la segunda parte, una volea de Papin parecía devolver las aguas a su cauce pero Lars Elstrup, un delantero suplente que se ganaba la vida en la Segunda división inglesa, remató un centro desde la derecha de Poulvsen y certificó la sorpresa.

El partido del campeonato. La semifinal contra Holanda volvía a aparecer en los pronósticos como el día del adiós de los animosos daneses. Campeona vigente, la naranja mecánica aunaba en sus filas a la quinta del 88 (los tres milanistas y los jugadores del PSV Eindhoven campeones de Europa) con la emergente generación del Ajax (Denis Bergamp, Winter, Frank de Boer, Wim Jonk...). El partido respondió a las expectativas porque, sin duda, fue el mejor del torneo. El gigantón Larsen hizo los goles de Dinamarca, que ya festejaba su pase a la final cuando Rijkaard logró el empate. En la prórroga, que se hizo eterna para los daneses, dos paradas de Schmeichel a Van Basten y Brian Roy anunciaban que era el día del portero escandinavo, que se consagró parándole a Ruud Gullit el penalti decisivo en la tanda.

Paradójicamente, el partido más sencillo para Dinamarca fue la final ante Alemania, que dominó con mano de hierro. Dos zambombazos desde fuera del área de Jensen y Vilfort, uno en cada parte, le permitió a la 'dinamita roja' controlar el encuentro sin que los campeones del mundo encontrasen soluciones ofensivas. Brian Laudrup le ganó la partida a Stefan Effenberg, su compañero en la Fiorentina e íntimo amigo.

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