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De la plaza de la Virgen de los Reyes a un piso en la capital

Sólo 74 días han transcurrido desde el 75 cumpleaños de Amigo Vallejo.

el 05 nov 2009 / 21:21 h.

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Acertaron plenamente quienes vaticinaron que el cardenal Carlos Amigo no se tomaría los polvorones en Sevilla. Sólo 74 días han transcurrido entre el 75 cumpleaños del cardenal y el anuncio efectivo del relevo de prelados en la diócesis. Demasiada diligencia en la respuesta vaticana.

Para quienes siempre han desconfiado de la tesis oficial sobre un arzobispo coadjutor pedido por el propio cardenal, tanta celeridad vaticana en jubilar a Carlos Amigo sería algo así como la prueba del nueve de que la gestión de este franciscano durante los últimos 27 años al frente de la diócesis no ha sido muy del agrado de la Santa Sede.

De hecho, según desveló ayer el sucesor de Amigo, desde primeros de septiembre -sólo unos días después de presentarse la renuncia en sede vaticana- ambos prelados ya conocían por boca del nuncio apostólico en España que la renuncia presentada por el cardenal ya se había puesto en ejecución, dejándoles libertad para que de común acuerdo fijaran la fecha del relevo efectivo en la diócesis.

Cierto es que los 74 días de cortesía que le han dado al cardenal para prolongar su pontificado se antoja un plazo extraordinariamente corto. Incluso resulta difícil hallar dentro de la Iglesia algún precedente de un relevo tan fugaz si no es por razones de salud del prelado dimisionario.

Por contra, quienes siguen creyendo a pies juntillas en la versión oficial mantienen que la fórmula elegida para el relevo en la diócesis no dejaba otra salida más que la de una sucesión fugaz para evitar que se prolongara innecesariamente una situación incómoda tanto para el cardenal como para el arzobispo coadjutor con derecho a sucesión.

En cierto modo, dicen, es que el cardenal quien ha administrado los tiempos para que esta situación de bicefalia no se dilatase indefinidamente.

Aunque el obispo dimisionario puede continuar residiendo en su diócesis si así lo desea, lo cierto es que el cardenal establecerá su residencia en Madrid, muy vinculado a una comunidad franciscana, y en una vivienda, situada en el paseo de La Habana, facilitada por la Misión Franciscana de Marruecos, adonde le acompañará el hermano Pablo Noguera, su secretario personal, para iniciar los estudios superiores de Teología. El Vaticano no le ha encomendado ningún ministerio, cosa que llama la atención.

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