I.A.G. / M.J.S.
El último en llegar ha sido el museo arqueológico de La Rinconada, bautizado como Francisco Sousa, pero hay muchos más. Los espacios expositivos de la Gran Sevilla permiten recorrer el pasado o el arte de varios de sus municipios, en los que se pueden ver piezas arqueológicas, cuadros de Zurbarán o conocer la historia de los Álvarez Quintero.
La Gran Sevilla puede ser un concepto urbanístico o político relativamente nuevo, una forma de configurar administrativamente la realidad para ordenar el territorio y la zona de expansión de la capital. Pero en el área metropolitana sevillana también hay espacio para constatar que existe un pasado común que configura unas costumbres y una historia que avanzan juntas a lo largo del tiempo.
El visitante puede encontrarse así restos de elefantes prehistóricos, monedas romanas o musulmanas, piezas de orfebrería y de cerámica o muestras pétreas de las canteras que han vestido los suelos de Sevilla o las calles de París. Estos museos dan para recoger muchas anécdotas y para nutrir de curiosidades los diarios de viaje.
Eso sí, hay que advertir de que estos museos están muy alejados de lo que es normal en los círculos expositivos de la capital. Muchos de ellos son centros que permanecen cerrados la mayor parte de la semana y cuyas salas -algunas semivacías- se utilizan para exposiciones temporales o muestras de obras presentadas a concursos municipales de fotografía o pintura.
La mayoría de estas localidades tienen una casa-museo o un museo de la ciudad, como se denominan las exposiciones permanentes que interpretan la historia de cada municipio. Esto incluye desde restos arqueológicos a obras pictóricas de los pinceles ilustres que ha dado el pueblo.
El más completo y amplio es el Museo de la Ciudad de Alcalá de Guadaíra, con varias colecciones diferentes entre sí y tan originales como la de ex libris. Eso sí, la oferta más global es la de Carmona, también con un Museo de la Ciudad que recorre la historia del municipio desde sus orígenes, hace un millón de años, hasta la actualidad, y también es de relumbrón su colección pictórica, con obras de José Arpa, Rodríguez Jaldón ó Valverde Lasarte. Pero la cosa no queda ahí, porque la oferta carmonense se completa con el museo de la iglesia de Santa María (con piezas de orfebrería, ornamentos y cuadros de Bocanegra y el mismísimo Zurbarán) y el recinto expositivo de la Necrópolis.
Igual que este último, en Itálica también se puede ver una pequeña colección de piezas, aunque ya que se está en Santiponce hay que aprovechar para ver el Museo Fernando Marmolejo. En la cercana Camas está el lugar ideal para los más pequeños: el Museo del Títere de la Factoría de Trapos, con muñecos egipcios así como de marionetas griegas y romanas o títeres de Vietnam, Nepal o Tailandia.
Pero si hay un hilo conductor de estos museos ése es el arqueológico, un terreno en el que los mejores son el Francisco Sousa de La Rinconada (aquí están los restos del elefante prehistórico) y el de Valencina. Los hay también muy curiosos, como el del Cantero con un recorrido por el famoso granito de Gerena, y muy personales, como el de Bonsor en Mairena del Alcor (que documenta el frenesí coleccionista de este arqueólogo inglés) o el de los Álvarez Quintero, con una recreación de cómo era la casa en la que vivían.