La menor de origen mauritano, vecina de Puerto Real, que denunció haber sido violada por su marido recordó ayer en un testimonio estremecedor cómo fue obligada por sus padres a casarse en Mauritania. Se vio forzada, según su versión, a mantener relaciones sexuales con él tras las palizas de su madre y las amenazas de muerte de ambos. "Me decía que me iba a lapidar y que la primera piedra la iba a tirar él", señaló entre lágrimas y por videoconferencia la víctima que tiene ahora 16 años.
Hace cuatro, con 12, pasó de los hábitos propios de las niñas de su edad a contraer matrimonio con un hombre de 40 en Mauritania, que entregó una dote de 500 euros. A partir de este enlace se desencadenaron los hechos que están siendo juzgados en la Audiencia Provincial de Cádiz y por los que la Fiscalía pide diez años de prisión para el marido por un delito de violación, 17 años y 10 meses para la madre y 15 años y 10 meses para el padre, a los que acusa de coacciones, amenazas y violencia física y psíquica. Los tres se declararon inocentes de todos los cargos.
Sus padres son mauritanos pero la joven ha nacido en Cádiz y ha residido la mayor parte de su vida con una familia gaditana en Puerto Real, que cuidaba de ella sin tener la custodia legal. En 2005 sus progenitores la llevaron a Mauritania, según explicó, sin que ella supiera que iba a casarse y en contra de su voluntad. "¿Cómo iba a querer -añadió- si tiene treinta años más que yo?" Los hechos posteriores los describió como una pesadilla. La niña aseguró que el acusado "abusó" de ella después de la boda y que fue su madre la que le "encerró" en el cuarto.
Por motivos de salud de la menor volvieron a España. En 2007 su marido recaló en Cádiz en un viaje de trabajo y, según relató la víctima, volvió a violarla. En esta ocasión le contó lo ocurrido a las personas que le acogían en Puerto Real y presentó una denuncia a la Policía.
Muchos mauritanos están acudiendo a este juicio para apoyar a los tres procesados. Un portavoz del matrimonio, Folba Sidi, redujo ayer estos hechos a un "malentendido cultural". Insistió en que la ley de Mauritania permite bodas de menores con adultos y negó que se hubieran producido abusos. "Hay que respetar a cada cultura, como nosotros no podemos juzgar el matrimonio gay que aquí está permitido", señaló.