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De rebajas en plena Calle del Infierno

Ni la Hello Kitty vestida de flamenca ni el malévolo bebé Stewie de Padre de familia han hecho que la crisis se olvide de la Calle del Infierno. Son los peluches de moda de la Feria y muchos los pasean orgullosos bajo el brazo después de haber puesto a prueba su puntería en el tiro al blanco o su suerte en la Tómbola.

el 16 sep 2009 / 02:10 h.

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Ni la Hello Kitty vestida de flamenca ni el malévolo bebé Stewie de Padre de familia han hecho que la crisis se olvide de la Calle del Infierno. Son los peluches de moda de la Feria y muchos los pasean orgullosos bajo el brazo después de haber puesto a prueba su puntería en el tiro al blanco o su suerte en la Tómbola.

Los feriantes se han adelantado a los malos momentos y, teniendo en cuenta los bolsillos de más de uno, han rebajado los precios con respecto al año pasado. La mayoría de las atracciones cuestan 50 céntimos menos que la Feria anterior, pero son los dueños de los puestos de tiro y las tómbolas los que más han agudizado su ingenio: bajadas de más del 75% en muchos casos, premio asegurado en otras y, si no hay suerte, se devuelve el dinero.

Pero si uno ya está cansado de tentar a la suerte y prefiere vivir emociones fuertes, no tiene más que adentrarse en la ruidosa y luminosa Calle del Infierno. Niños y adultos trajeados con volantes y lunares la recorren arriba y abajo en busca de los cacharritos más populares como la Olla, el Canguro, el Top Gun o la Casa del terror. Pero si hay ganas de innovar, en la Feria también se puede. Este año hay dos novedades llegadas del extranjero: el Parapent y el Gigante XXL, todo un descubrimeinto para muchos jóvenes. Luis tiene 15 años y sostiene que "el XXL y el Boomerang son lo que más le gusta".

Luis va a la Calle del Infierno todos los días. La mayoría de los adolescentes prefieren gastarse su paga en cacharritos que en rebujito. Una paga que aumenta durante estos días: Luis gasta 30 euros al día, su amiga Marta es menos derrochadora y no pasa de los 20.

Los pequeños, los que aún ven en la noria y el tiovivo toda una diversión, no tienen ese problema. Ellos, como Martín y Alba, de 5 y 6 años, todavían van con sus padres de la mano.

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