"Esas eran las tareas que llevaba realizando desde 1982 como enfermero especialista en enfermería de trabajo en la empresa Agility First Support, encargada de las tareas de mantenimiento y otros servicios en la Base Aérea de Morón", relata José Luis. Sin embargo, su situación cambia cuando al incorporarse a su puesto de trabajo, tras una baja laboral por una cardiopatía, el jefe de recursos humanos y el presidente del comité de empresa le comunican que tiene que realizar tareas de limpieza tales como pasar la fregona.
Su sorpresa fue en aumento ya que, tras ponerse en contacto con su abogado e interponer la correspondiente denuncia contra la empresa, continúa con los trabajos de limpieza pero, a partir de ese momento, realizando un curso de reciclaje para conocer los productos tóxicos “no vaya a ser que me tengan incluso que atender a mí en la enfermería”.
Ante el “trato denigrante”, decide coger unos días de vacaciones, pero es entonces cuando entra en una fuerte depresión que le hace imposible seguir desempeñando su actividad diaria. “Para mí era totalmente impensable que, de la noche a la mañana, tuviera que realizar un trabajo, muy honrado sí, pero no el trabajo para el que yo estaba capacitado como diplomado universitario en Enfermería. Además me podrían haber reubicado en prevención, ya que soy técnico superior, e incluso en ambulancias, y no limpiando los cristales”.
Enfermero de cuidados críticos y urgencias en el SAS con 30 años de profesión, 27 de ellos compaginados con su trabajo en la base aérea, José Luis afirma que los hechos se produjeron porque desempeña ambas actividades. “Cuando me incorporo, me comunican que mi trabajo en la base es incompatible con el trabajo en el Servicio Andaluz de Salud, hecho que no era cierto. Sin embargo, el procedimiento burocrático de otorgar la compatibilidad es largo aunque yo certifico, con documentación acreditativa, que ambos son compatibles tanto por mi horario como por horas funcionales”.
Cuando la empresa recibe la notificación de que, efectivamente, ambas labores eran compatibles da marcha atrás y le comunica que ya podía trabajar como enfermero. “Es entonces cuando me reincorporo otra vez a mi puesto y ya ejerciendo la enfermería”, afirma.
El juzgado finalmente ha fallado a favor aunque Luque piensa recurrir la compensación económica porque “aunque me han indemnizado con 83.144 euros, sólo 3.000 son por daños morales cantidad que no se puede comparar con el perjuicio que he sufrido. Además mi defensa solicitaba 30.000”.
“A pesar de que me han intentado desprestigiar, tanto moral como profesionalmente, continúo atendiendo a mis compañeros y no barriendo las instalaciones militares”, sonríe satisfecho José Luis.