-¿Es verdad que la economía social aguanta mejor los embates de la crisis o es sólo un tópico?
-Los datos así lo demuestran. Tenemos un 2% de destrucción de empleo y un 5% en lo que se refiere a las empresas, cifras mucho más bajas de la de otros modelos. Y esto se debe a una sencilla razón, no a rebajarnos el salario, como dicen algunos, sino a que acumulamos patrimonio en los momentos de vacas gordas. Esa tesis de que nos bajamos el salario no es así, ni la de que somos de tercera. Somos de primera, lo que pasa es que opinamos que lo que nunca hay que destruir es empleo. Las empresas habituales no piensan así. Podemos ganar menos, pero garantizamos el empleo a futuro.
-¿Qué sectores de la economía social han aguantado mejor?
-Todos, aunque todo lo relacionado con la construcción ha tenido más problemas. No sólo las constructoras, también los fontaneros, albañiles...
-¿Qué solución propone para este sector?
-El futuro es la conservación de la vivienda habitual. Las políticas deben estar destinadas a las reformas en la construcción, porque lo micro es lo que puede generar empleo de calidad.
-¿Por qué sectores debería apostar la región andaluza?
-El turismo y el sector agroalimentario siguen creciendo. Debemos apostar por los que conocemos y buscar la excelencia en ellos, porque a partir de ahí se creará trabajo.
-¿Es cierto que el cooperativismo en Andalucía sólo funciona el sector agrario?
-Tenemos presencia en todos los sectores, no debemos excluir ninguno. Es cierto que es nuestra columna vertebral, pero hay que evolucionar. En cualquier caso, hay que ser excelente, como he dicho, en lo que ya conocemos, como le ocurre por ejemplo a Alemania con la industria. Bienvenidos los demás sectores, pero hay reforzar los de siempre. La apuesta por la calidad es, en definitiva, una ventaja competitiva.
-Uno de los retos al que se enfrenta el cooperativismo es la concentración de sus firmas. ¿Tras la crisis hay que pensar más en ello?
-Llevamos apostando por eso varios años, sobre todo en el sector agroalimentario, que es el que luego tiene que verse la cara con la distribución. En Andalucía contamos con las mejores cooperativas de España, como Covirán, Covap y Hojiblanca, que no para de aglutinar empresas. Hay que seguir fusionando, crear grupos grandes que compitan en el mercado de igual a igual. Se hace en todos los sectores, en unos más rápido que en otros, pero el objetivo es que haya la máxima concentración. Se está consiguiendo. Hay más de 50 cooperativas de segundo o tercer grado. Lo que pasa es que muchas no se conocen.
-¿Han recibido un respaldo extra de las administraciones en estos momentos?
-Tenemos las mismas ayudas que antes, igual que cualquier otra empresa, lo que sucede es que reinvertimos en la mayoría de los casos los beneficios. Estamos dando un ejemplo de responsabilidad social corporativa dentro de las empresas.
-¿Qué le parece que el nuevo modelo económico del Gobierno se haga a través de la Ley de Economía Sostenible?
-Nos sentimos muy contentos, porque es lo que llevamos haciendo en nuestras empresas mucho tiempo. Además, ya hemos comprobado que las burbujas revientan. Nuestras firmas no son especulativas, ni siquiera en vivienda, donde otros sí lo han sido. Además, mantenemos la creatividad. Tenemos que generar creadores y empleos.
-¿La alternativa de trabajo entre jóvenes parados es el autoempleo?
-Hay que tener una idea y estar dispuesto a avalarla. Es un momento de capacidad imaginativa. Hay instrumentos en la sociedad andaluza para afrontar estos proyectos. En España hay que llevar el emprendimiento a la educación. Nos tenemos que plantear cómo generar empresas para afianzar el empleo. Hay que aprender que una idea puede generar un puesto de trabajo. Necesitamos emprendedores.
-¿Y por qué deberían optar por la economía social?
-Los socios en esta forma de hacer empresa compartimos el riesgo y unos valores que no se dan en otras estructuras. Hay que ser fuertes para conseguir una sociedad más solidaria.
-Donde triunfa sin paliativos esta forma de hacer empresa es entre las mujeres...
-Somos socios, y eso da un plus. Hay que conciliar y la flexibilidad es un éxito entre nuestras empresas. No tenemos por qué mantener un horario rígido, de hecho es un sistema que hay que olvidar, porque de lo que se trata es de cada uno aporte su parte. El 52% del sector es mujer.
«La crisis es financiera, pero no intelectual»
-¿Se considera optimista o pesimista ante la salida de la crisis?
-Optimista hay que ser siempre, lo que pasa es que nos quieren contar una historia corta y acotada y la del ser humano es de miles de años. Por primera vez, todos los países se han puesto de acuerdo en apostar por el conocimiento, que es lo que nos salva. España, a principios del siglo XIX, vivió una crisis de la que consiguió salir. Cómo no vamos a hacerlo ahora, que somos más eficientes. Hay que apostar por el emprendimiento y no hacerlo por modelos rígidos.
-Las crisis son cíclicas...
-En el XVII nadie pensaba en la sanidad o la educación pública. En el siglo XXII debemos estar mucho mejor que ahora, y para ello no me sirve el individualismo, sino la organización para apoyar a un colectivo intelectual cada vez más preparado y seguir avanzando. Que no nos engañen. Hay que meterse en la cabeza que los resultados económicos son sólo datos. El fin último es desarrollar al ser humano en la empresa.
-¿Va a salir reforzada la economía de esta coyuntura?
-Sí, lo van a hacer nuestros valores y nuestro desarrollo empresarial. Hemos aguantado la gran burbuja y hemos crecido en este escenario, en un momento de restricción del crédito. La crisis es financiera, no intelectual, por lo que hay que adoptar la fórmula del emprendimiento. Nadie va a venir a solucionar nuestros problemas y, en parte, es mejor que no lo hagan, porque luego las multinacionales optan por la deslocalización y nos encontramos otra vez con el mismo problema. Tenemos que tener conciencia y orgullo de crear nuestras empresas.
-¿Cuáles son las que hay que crear?
-Las que se quedan y ayudan a fijar la población en el territorio, en los pueblos de Andalucía. Hay que apostar por el modelo de desarrollo de lo nuestro, aunque esto suponga avanzar de manera más lenta.