Cultura

«Decir que Lorca era un fascista no es ningún debate académico»

Tras ser condenado a pagar multa e indemnización por llamar «perturbado» a un profesor de la Universidad de Granada, el poeta y catedrático se reafirma en su postura e insiste que el amor a la libertad de expresión y de enseñanza deben ir de la mano del amor a la verdad. Aquí se explica.

el 15 sep 2009 / 18:46 h.

- Después de toda la marejada, ¿cómo se encuentra?

- Por una parte, es un mal rato. Pero también he podido recibir el calor de mucha gente, escritores, profesores, y estoy muy agradecido. A veces tendemos a reducir la vida a la solemnidad, a las críticas y las puñaladas, pero la vida tiene más que ver con gente estupenda que no se ve obligada normalmente a mostrarte simpatía, pero en los momentos difíciles dan su apoyo.

- Por otra parte, el poeta Antonio Carvajal ha defendido a Fortes, y un grupo de intelectuales -Gopegui, Bértolo, Echevarría- ha arremetido contra usted.

- Bueno, uno constata también cómo es la gente. Yo no me he llamado a engaño ni con Carvajal, ni el tipo de cultura local que representa, ni tampoco con el artículo que han firmado Gopegui y Bértolo. Me parece muy deshonesto, primero porque hablan de lo que no saben. Elaboran las opiniones de Fortes, cuando hay textos escritos en los que llama directamente a Federico García Lorca "fascista". Y, por otra parte, me critican el haber escrito un artículo de periódico. La prensa es un lugar muy apropiado para la discusión. Si alguien publica algo metiéndose contra mí o contra alguien que yo aprecio, y yo salgo a la defensa en un periódico, estoy utilizando los márgenes de la libertad de expresión, con el tono y la firmeza que puedan requerir. Creo que el salto cualitativo no es pasar al periódico, sino pasar a los tribunales, y ahí deja de ser una disputa intelectual. Representan un tipo de enfermedad que siempre hemos tenido en la izquierda, sobre todo en los momentos en que la izquierda interviene poco en la realidad y no tiene responsabilidades sobre ella, y es caer en la tentación de hacerse muy marginal. Eso significa tener una especie de pureza y de dogma que los convierte en sacerdotes que juzgan, más que en analistas de la realidad.

- También se le ha reprochado la publicidad gratuita que le ha hecho a un señor a quien, dicen, no pintaba nada y no conocía nadie, ¿era evitable?

- Lo que pasa es que este señor es profesor, son muchos cientos de alumnos los que oyen sus teorías. Y eso de que no lo conocía nadie, no es cierto. En el ámbito de la Universidad, alumnos que vienen de Francia, Alemania o Inglaterra a estudiar en Granada, y se encuentran con alguien que dice barbaridades sobre Lorca, Ayala o sobre mí, eso merecía una respuesta. La notoriedad posterior la ha ganado con el juicio, no con mi artículo, que no abrió un debate tan mediático.

- ¿Se ha perdido la posibilidad de un debate en otros términos? ¿Habría aceptado rebatir a Fortes en una discusión académica?

- Es que esto no es ningún debate académico. Y mantengo mi derecho a calificar a este hombre como un profesor perturbado. Que Lorca sea "fascista" -eso está publicado, no me lo he inventado yo- no es un debate académico. Decir que Francisco Ayala es un aliado del régimen, no es un debate académico. Acusarme de haberme vendido al capitalismo y de haber provocado la desaparición física e intelectual de mi amigo Javier Egea, es decir, sugerir que se suicidó por culpa mía, no es un debate académico. Decir que Antonio Muñoz Molina preparó el camino al terrorismo de Estado por criticar y lamentarse del "memorable derrumbe" de las Torres Gemelas, eso no es un debate académico. Con este señor no hay debate, sólo se le puede calificar como yo lo he calificado. Y por esa calificación, él, que se pasa la vida diciendo barbaridades, ha cogido el camino de los tribunales.

- Fernández-Montesinos, sobrino de Lorca, ha dicho a este periódico que Fortes "no rige".

- Lo agradezco mucho, muy en particular porque acabo de leer sus memorias [Lo que en nosotros vive] y me han emocionado. Confieso que empecé por interés profesional, y me he encontrado con una capacidad narrativa muy notable. El seguimiento, por ejemplo, que hicieron de la II Guerra Mundial el padre de Lorca, don Federico, ayudado por su nieto; cómo le iba explicando los partes radiofónicos que venían de Nueva York, y cómo iban trazando en un mapa las ciudades que conquistaban los aliados, esperando que la derrota de Hitler fuera también la de Franco... Es una de las escenas más emocionantes que he leído en mucho tiempo.

- ¿Comparte la opinión de Fernández Montesinos de que mejor no tocar la tumba de Lorca?

- He apoyado siempre a la familia, creo que la exhumación de los restos de Federico no hace falta. Ya hubo un análisis muy bien documentado, la investigación de Gibson, se localizó la tumba y se hizo un parque que se acaba de declarar Territorio Histórico por el Parlamento Andaluz, para preservarlo de posibles especulaciones. En los años 70 para nosotros era nuestro cementerio sagrado, donde estaban nuestros muertos. Lo que ocurre es que hay otros 5.000 ejecutados en Granada, y muchos otros en España, anónimos, desconocidos, y creo que se les debe amparar, siempre que haya un familiar que así lo quiera. Me pareció muy bien también que la familia de Lorca decidiera no obstaculizar la petición de la nieta de Dióscoro Galindo [maestro enterrado con el poeta] para recuperar sus restos.

- ¿Cómo acogió la decisión de Garzón de desistir de abrir las fosas comunes del franquismo?

- Me parece que ha ido a enturbiar el asunto. No hacía falta confundir todo este proceso con abrir una causa general al Franquismo. Su deseo de ser juez estrella le ha jugado una mala pasada, pero el trabajo de la Asociación de Memoria Histórica, con la Ley, puede seguir al margen de él.

- Otro controvertido asunto es el del legado de Alberti. ¿Se ha desentendido del tema?

- Lo vivo con la preocupación del que ha sido muy, muy amigo de Alberti y ve que está muy mal gestionado su legado. Los reportajes que se han publicado últimamente no hacen sino confirmar lo que ya veíamos los amigos que nos quitamos de en medio cuando se empezaba a hacer con el nombre de Rafael cosas que no estaban bien. Que su memoria está alicortada y lastrada, es evidente.

- Mucha gente no entiende la correlación de su salida de la Universidad con la sentencia.

- Lo que ha acabado en el juicio viene de muy atrás. Este profesor ha llegado a publicar manuales, de compra forzosa para los alumnos, donde se decían barbaridades contra mi mujer, contra mi padre, contra mis amigos. Y ahora, alentado por la sentencia, se va a precipitar a seguir publicando cosas así. A mí no me compensa ir a trabajar y encontrarme con la cara de este señor, o dar clase a unos alumnos que una hora después van a oír que me he vendido al capitalismo por usar en mis poemas la palabra escaparate.

- Hay un poema suyo, El profesor, donde se habla de "el que cada día aprende a vivir en voz alta". ¿Cómo va a ser su vida ahora?

- Pues, sencillamente, me voy a dedicar a trabajar, lo que he hecho siempre, a escribir en casa y preparar mis investigaciones, asistir a las conferencias y cursos que me inviten: una extensión normal de mi vida, con el único cambio de la excedencia.

- En otro libro suyo, Inquietudes bárbaras, bromeaba ante el ropero con la duda de "vestirse de catedrático o de poeta". ¿Va a salir reforzado el poeta después de todo este incidente?

- Ahora me tendré que vestir más de poeta, pero no va a haber grandes cambios. Mi idea de la poesía no es la de un loco, un perturbado o un iluminado de los dioses, sino la de un ciudadano que intenta reflexionar moralmente sobre la realidad.

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