Entonces las ayudas desaparecen, las coberturas se vuelven invisibles y la concentración defensiva se resquebraja. Y claro, caen los goles y las oportunidades.
Claro que las facilidades sevillistas tenían su similar en las malagueñas. De circo también lo de la zaga costasoleña. Y compraron la entrada circense los delanteros sevillistas, que hicieron dos tantos y pudieron hacer por lo menos el doble.
Un manual de cómo no defender por falta de tensión, solidaridad colectiva y por falta de trabajo en equipo, pero por lo menos era equitativo en ambos equipos.
Manzano intentó corregir la debilidad múltiple de su equipo con intensidad (Alexis por Konko) y posesión (Kanouté por Fabiano).
Algo mejoró el Sevilla en ambos casos, lo suficiente como para que el Málaga al menos jugara más lejos de Palop y lo suficiente para no perde tantos balones decisivos. Con eso, además, logró montar ataques con más criterio, algo que ante la ‘navideña' zaga costasoleña bastaba para marcar goles. Con los tres de la segunda parte bastó para remontar.
