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Del convento a la mesa, para Navidad

Las monjas de 19 conventos de clausura han transformado ya el Alcázar en un santuario del sabor con su XXVII Muestra de Dulces. Ni la crisis puede con las colas y las delicatessen de las mejores reposteras

el 06 dic 2011 / 20:31 h.

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Los dulces de los conventos de Sevilla estarán en el Alcázar hasta el próximo jueves.

Para hacer bolitas de coco sólo hace falta azúcar, huevo y coco, pero ¿qué manos son capaces de hacerlas como las Mercedarias de Osuna? ¿Quién se atreve a transformar almendra, nueces, harina, azúcar, ajonjolí, miel, clavo y matalahúva en un exquisito alfajor mozárabe? Sólo las Jerónimas de Santa Paula. Las monjas y novicias de 19 conventos de clausura de Sevilla han convertido ya el Alcázar en un santuario del sabor y su Palacio Gótico en la antesala de la Navidad. Y no quedan ahí los milagros.

¿O no es un milagro que en plena crisis la venta de dulces provoque colas incluso antes de abrir? "La clave es que no son dulces normales. Es todo de primera calidad, sin conservantes ni aditivos. Y no nos importa pagar un poco más porque al mismo tiempo le echamos una mano a las monjas, que tanto lo necesitan", comentaban ayer Paco y Antonio, vecinos de la Macarena e incondicionales de la Muestra de Dulces de Conventos de Clausura, cita que alcanza su XXVII edición plantándole cara a la crisis.

Entre delicatessen y delicatessen, entre yemas de San Leandro, pestiños, magdalenas, bizcochitos de bienmesabe y cidra, 80 voluntarios (casi todas mujeres y todas con Ora et labora en el pecho) colaboran con las órdenes religiosas -siete conventos de clausura de la capital y 12 de la provincia- y lidian con la avalancha de personas que cada año se debaten entre los cortadillos de chocolate negro o las tortas de aceite. Carmen Sáez y Concha Navarro, tras uno de los mostradores de las Jerónimas de Constantina, ponían su grano de arena: "Los árboles de navidad de chocolate son nuevos este año. Se vende todo, pero el turrón de guirlache y el de tres chocolates están ya prácticamente acabados". Y eso que sólo eran las 12.30 de la mañana.

A esa hora, los turistas intentaban colarse para ver el Palacio Gótico del Real Alcázar alegando que no iban a comprar nada -algo prácticamente imposible de creer-, dos cámaras de televisión buscaban protagonistas y los niños ya lucían orgullosos los globos de la anterior visita al Belén. María, vecina del Porvenir, iba bien acompañada: cuatro niños y dos cestas llenas de delicatessen. "Es la primera vez que vengo y no será la última", admitía. "¿Crisis? ¡Pero si están todos los bares llenos!".

Pero entre cascos de naranjas en almíbar, mazapanes, polvorones o mantecados, había opiniones para todos los gustos. "Ahora se compra menos y lo más económico. El año pasado fue un mal año por la crisis y por la lluvia. Esperemos que éste nos acompañe el buen tiempo", explicaba Rocío, una de las voluntarias, tras recordar cómo se tuvo que prorrogar la feria un día.

Entre magdalenas y empanadillas de las Jerónimas de Morón, mermeladas de higos, limón o ciruela, María Luisa Fraga, coordinadora, subrayaba la "impresionante variedad" de productos y pronosticaba ya el éxito de la muestra. "Irá muy bien. El primer día ya hemos tenido la visita del Arzobispo, del alcalde, Juan Ignacio Zoido, y de muchas personas. No hay que olvidar que estas ventas suponen una entrada de dinero extra muy importante para la conservación de los conventos con siglos de historia", destacó. Y no todo son beneficios.

Los ingredientes, la electricidad de los hornos, el tiempo, la presentación de los paquetes... todo corre a cargo de monjas y novicias, que empiezan a preparar la muestra casi un mes antes. Entonces deciden qué se ofrecerá (lo que tuvo más éxito la edición anterior) y en qué cantidad. Sólo resta venderlo. Para ello sus puertas están abiertas hasta el jueves, de 10 a 19 horas. No caer en la tentación, en este caso, sí que es un pecado.

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