Durante los años más oscuros del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial, la única ciudad del mundo que recibió refugiados judíos sin visado de entrada fue Shanghai, una concesión internacional que salvó la vida de cerca de 20.000 personas.
Ahora, seis décadas después de que los últimos supervivientes abandonasen su refugio chino para reconstruir su vida en otros países, se ha creado una base de datos que preserva la memoria de aquellos años y reúne toda la información posible sobre cada uno de los que allí se salvaron.
"Es algo muy importante para los judíos de todo el mundo, porque preserva la historia de una comunidad que desapareció", aunque alcanzó los 30.000 miembros durante la Segunda Guerra Mundial, dijo a Efe el cónsul israelí en Shanghai, Uri Gutman, principal impulsor de la idea junto con el Gobierno del distrito de Hongkou.
En los años 30 vivían allí cerca de 10.000 judíos, llegados en distintas oleadas desde principios del siglo XIX, y dejaron una profunda huella en la arquitectura y la vida de la ciudad.
Tras su ocupación por los japoneses, en 1937, los cerca de 20.000 refugiados judíos que acudieron a Shanghai durante aquellos años fueron confinados en un gueto de tres kilómetros cuadrados en Hongkou, una barrio pobre al norte de la zona desmilitarizada, del que no podían salir sin permiso de las autoridades niponas.
Entre 5.000 y 10.000 de ellos llegaron a salir de Austria gracias al cónsul chino en Viena, Ho Fengshan, que protegió todas las vidas que pudo pese a no contar con la total aprobación de sus superiores.
"Shanghai no sólo es importante para los que se salvaron, sino para todos los judíos", asegura Gutman. "Todos los demás países del mundo cerraron las puertas a los judíos, y para todas las comunidades del mundo Shanghai es su segundo hogar, el lugar que los salvó".
La nueva base de datos, ubicada en el Museo de los Refugiados Judíos de Shanghai, en la antigua sinagoga de Ohel Moshe, en el corazón de Hongkou, cuenta a día de hoy con 14.795 nombres, pero pretende ser mucho más, y en más de 600 casos se han logrado reunir datos suficientes para seguir la pista de la familia.
La intención es incluir información detallada de cada refugiado, como su país de origen, cómo logró escapar del nazismo, por qué ruta, qué edad tenía al llegar a Shanghai, cuál fue su dirección, cómo se ganaba la vida en la ciudad china, cuándo la abandonó, con qué destino, y cómo localizar hoy a la persona o a sus familiares.
En algunos casos se han conseguido adjuntar hasta fotografías y documentos, y según Gutman, cuando la base de datos esté más madura se espera que sea posible publicarla en internet, para que pueda ser consultada desde cualquier lugar y más familiares puedan aportar información y documentos.
"También hay muchas familias judías en América Latina cuyos orígenes pasan por Shanghai, y ojalá puedan enriquecer con sus historias la base de datos", deseó.
"Muchos judíos de todo el mundo visitan nuestro museo, y a menudo, si hablamos con ellos, acabamos obteniendo nueva información que vamos añadiendo a la base de datos", explicó Ling Chen, guía del museo de los refugiados.
La base de datos trata de recoger los datos suficientes sobre el paso de todos los judíos que han vivido en Shanghai desde el siglo XIX. "Cuando la base esté terminada, esperamos poder construir un monumento en Hongkou con los nombres de todos", reveló Ling.