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Del miedo al estupor en una misma mañana

El barrio ve alterado su rutina con continuos rastreos policiales para hallar al culpable.

el 19 nov 2009 / 13:50 h.

La policía trabaja en el lugar de los hechos.

No se hablaba de otra cosa. En el mercado, en la puerta del colegio, en la peluquería. La muerte por apuñalamiento del dueño del bar El Ruiseñor, en la calle Gorrión, alteró ayer el ritmo de un barrio que amaneció tomado por la Policía y las cámaras de televisión. "Iba a ganarse el pan y encontró la muerte", resumía una vecina de Los Pajaritos que se negaba a dar su nombre: "No puedo dar la cara. Tengo un negocio y aquí, luego, todo se sabe". La frase resume el temor de los vecinos: amanecían con un degollado a la puerta de un bar y un asesino suelto.

Antonia Carrasco se enteró cuando iba con sus hijos camino del colegio: "¡Por Dios, qué barbaridad! Uno ya no puede ni trabajar tranquilo. ¿Han pillado al que ha sido? ¿No? ¿Aún no?". La pregunta inquietaba cada vez más conforme iba avanzado la mañana y los agentes de la Policía rastreaban sin sosiego las inmediaciones del bar. Contenedores, papeleras y hasta patios de calles aledañas, como la calle Cigüeña: "A mi cuñada le han pedido permiso para entrar. Iban buscando el cuchillo con el que lo han degollado", comentaba en el zaguán de su casa una mujer con el delantal cargado de volantes como una bata rociera, aunque cómo para bailar sevillanas estaba el barrio. "Tenemos el miedo metido en el cuerpo. Nunca habíamos visto tantos policías por aquí", reconocía el delegado de Tres Barrios y presidente de la asociación vecinal, Francisco Robledo.

El desembarco de cámaras y micrófonos silenció los comentarios y limpió la zona de curiosos que desde primeras horas de la mañana habían ido creciendo al otro lado del cordón policial. Los obreros que trabajaban en el carril bici fueron los únicos que aguantaron el envite de los flashes. Uno de ellos, Manuel, fue el que socorrió a la víctima a su llegada al tajo: "Serían las 7.30 horas cuando llegó mi compañero Manuel -relató Fernando-. Fue un momento a recoger las herramientas al final de la calle y al volver se encontró con un hombre tirado en el suelo y sangrando por el cuello". Desde entonces Fernando se quedó sin compañero de palaustre, pues Manuel estuvo toda la mañana declarando. A las dos de la tarde, Fernando trataba de avanzar algo y remataba los adoquines que se quedaron a medio encajar en el acerado. En su opinión, "la ambulancia tardó más de veinte minutos en llegar".

Las primeras imágenes salían por los informativos del mediodía cuando se conocía la autoría del suceso: "¡Han detenido a su hijo! ¡Su propio hijo lo ha matado!". El vecindario pasaba de la tensión al estupor en cuestión de segundos. Nadie daba crédito. Fernando Armas, uno de los portavoces de la plataforma Tres Barrios y miembro de la Mesa de Participación del Plan Integral de la zona, indicó que lo sucedido constituye "una más dentro de los acontecimientos violentos que suelen darse aquí cada cierto tiempo". Llegaba la calma tras una mañana de nervios. Ahora se formulaba la siguiente reivindicación vecinal: "Más refuerzo policial y trabajar con los jóvenes de ambientes marginales para evitar que esto se vuelva a repetir".

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