A veces no hace falta soltar una larga parrafada ni elevar mucho la voz para poner los puntos sobre las íes. Y esto es precisamente lo que ha hecho José María del Nido tras la abultada derrota del Sevilla en el Vicente Calderón: hablar poco pero llamando a las cosas por su nombre.
Apenas un par de frases bastaron a Del Nido para poner de manifiesto su profunda decepción con el papel del equipo en el Manzanares. Lo hizo durante la presentación de la campaña ‘Somos de todos, somos del mundo', horas después de una derrota que está costando digerir. Todo el mundo sabía que el partido no iba a ser fácil, pero perder 4-0 sin presentar batalla... no entraba en los planes de nadie.
"Este es uno de esos días en los que hay que decir que la vida sigue, sobre todo después de la lamentable imagen que dimos en el Vicente Calderón, una imagen desastrosa que por desgracia se viene repitiendo lejos del Sánchez-Pizjuán. Nos pasó por encima un equipo con más actitud, con más intensidad, con más fútbol y con más goles que el Sevilla", lamentó José María del Nido en el inicio de su discurso.
¿Mensaje a los jugadores? ¿Mensaje a los jugadores y también a Míchel? Del Nido no abundó más en la derrota. No tenía previsto atender a los medios de comunicación pero sí aprovechó su comparecencia para mostrar su malestar con el papel del equipo. Y no hace falta conocerle mucho para saber que, sin duda, se mordió la lengua.
El derbi es historia. El sevillismo confiaba en que la esperada reacción del equipo llegase tras su sonado triunfo sobre el eterno rival. Sin embargo, ese espaldarazo brilla por su ausencia. La decepción vuelve a caer como jarro de agua fría en un sevillismo que no sabe a qué atenerse. Ni los propios futbolistas, conjurados tras el derbi, saben responder a la pregunta del millón.
"Si el equipo es capaz, con esa tensión, con ese espíritu ganador y luchador, con esa actitud de salir al terreno de juego y ganarle al Real Madrid, por las circunstancias que ocurrieron pelearle los puntos al Barcelona y arrollar al eterno rival, ¿por qué no lo hacemos todos los domingos igual?", se preguntaba el presidente después de ganar al Betis.
Erre que erre. Enlazar dos victorias consecutivas -exceptuando las jornadas 4a y 5a, cuando el Sevilla ganó a Real Madrid y Deportivo- se ha convertido en un imposible. A cada buen resultado le sigue uno malo, secuencia que coincide con los partidos disputados como local y visitante respectivamente. Y así ni que decir tiene que será difícil, muy difícil aspirar a algo.
El día después de la derrota del Calderón sirvió para dar un toque a todos, tal como hizo el presidente, y para que Míchel volviese a pedir a sus jugadores un esfuerzo que conduzca hacia la regularidad que necesita el equipo. La inminencia de un nuevo partido, en este caso de Copa del Rey contra el Espanyol, debe servir para reaccionar.
El conjunto barcelonés destituyó este lunes a Mauricio Pochettino y anda sumido en una crisis de resultados. Hasta la fecha, el rendimiento del Sevilla lejos de casa no es brillante pero ha llegado el momento de cambiar. Los nervionenses llegarán al feudo blanquiazul con un 3-1 favorable de la ida y tienen todo de cara para amarrar su presencia en octavos de final. Todo lo que no sea eso... sería peligroso.