Ya lo decía Paco López, capataz de las santas Justa y Rufina, a sus hombres antes de conocer la decisión de la junta de gobierno de la Esperanza de Triana, organizadora del Corpus Chico: "Pa dentro la gente de Santa Justa. Hoy salimos porque nos protegen las santas patronas". Y así fue.
Las alfareras más ilustres del viejo arrabal no sólo sujetaron la Giralda, sino que ayer además aguantaron las nubes que, desde primera hora de la mañana, amenazaban con dejar a Triana sin Corpus. Los malos augurios no se cumplieron y los nubarrones se escurrieron por el Aljarafe. El cortejo eucarístico de Triana completó el recorrido sin sobresaltos, aunque con cierta celeridad. Poco más de hora y media duró el bautizo procesional de las Santas Justa y Rufina, que por primera vez abandonaban la parroquia de Santa Ana para acompañar al Santísimo en su paseo matinal.
Los barrios amanecieron alfombrados de juncia y romero para celebrar sus procesiones eucarísticas en el domingo posterior al jueves festivo. Sólo la Sacramental de la Magdalena se quedó en casa por la lluvia de las primeras horas de la mañana. Triana volvió a demostrar la grandeza de un Corpus fervoroso y participativo, en el que todos cuentan. A sus 19 años, Manuel Mateos, salvaba con ayuda de una pequeña rampa el escalón de la puerta de la parroquia de Santa Ana. Su voz de adolescente dirigía los pasitos del Niño Jesús. Bajo las trabajaderas, niños; y en su delantera, más niños. Éstos vestidos de Primera Comunión.
Testigo de todo era la abuela Santa Ana, vestida de blanco en el altar mayor. Desde allí despedía a Justa y Rufina, las santas que sustituían en el cortejo a San Juan y que por primera vez pasearían por el barrio. La Marcha Real y el repique de campanas las recibió en la calle. Fue el gran estreno.
De estreno estaba también la Virgen de la Estrella que, a la altura de Rodrigo de Triana con la calle Flota, presidía el altar de la asociación que lleva su nombre en El Tardón. El primer premio del concurso del distrito estaba unos metros más arriba, en la Peña Sevillista. Su montaje comenzó a las cinco de la mañana y la lluvia de la amaneciada le obligó a recogerlo "casi todo", como confesaba un socio sevillista.
Con la alegría trianera que le imprimen los costaleros de la Esperanza, la Custodia llegó al Altozano a las 11.15 horas. El gentío comenzaba a ser mayor. A los sones de la marcha Esperanza de Triana -que incluye la salve marinera- se postró ante la Reina de Triana, aunque no entró por las nubes que empezaron a cubrir el cielo.
A diferencia de otros años, la talla de San Juan contempló el desfile desde un altar en la puerta de la casa hermandad. "Su sitio se lo ha dejado a las santas alfareras", explicaba un joven trianero. Minutos antes de las doce del mediodía la Sagrada Forma entraba en Santa Ana.
Media hora después, San Isidoro retomaba el pulso de la mañana sacramental. La campanita de los monaguillos abría el cortejo. Como novedad, la Virgen de las Nieves procesionó en un paso de tumbilla. "Parece la Virgen de los Reyes", exclamaban al verla por la Alfalfa. La custodia de San Isidoro no fue la única que salió ayer. Otros barrios como Nervión -que volvió al horario matinal-, Santa Genoveva, el Polígono de San Pablo, Torreblanca, San Bartolomé, San José Obrero, el Juncal, Los Bermejales, La Barzola, Pío XII o Rochelambert también disfrutaron de un espléndido domingo de Corpus.