Sus zapatillas permanecían ayer en la entrada del bloque 4 de la calle Virgen del Rocío, en San Juan de Aznalfarache. Y es que el vecino del cuarto B más de un día amanecía en el portal. No era capaz ni de abrir la puerta de su casa relataban sus vecinos, desalojados la noche anterior por el incendio de su vivienda.
Alrededor de 50 familias residen en este bloque localizado en la céntrica Plaza de la Constitución, donde el olor a humo y el tizne en el interior de la cuarta planta eran la muestra evidente de lo sucedido el pasado martes. Las mismas que tuvieron que ser desalojadas aunque la mayoría pudo volver ya pasada la medianoche. No tuvieron tanta suerte otra decena, las de la planta afectada, que fueron realojadas con familiares o por el Consistorio en el Hotel Alcora para evitar la concentración de gases y humo.
Eran cerca de las 22.30 horas cuando Irene Bernáldez, residente de "toda la vida" en un bloque que data de los años 70, decidió subir de la segunda a la cuarta planta a "echarle un ojo a su hermana", alertada por una vecina que vio salir humo por una ventana en esa misma escalera.
Su hermana no la escuchó pero el humo ya hacía evidente que algo sucedía en la puerta de enfrente. No se lo pensó dos veces y alertó a los habitantes contiguos porque sucesos anteriores con este vecino como protagonista les hacían presagiar "que esto iba a ocurrir antes o después, es que se veía venir".
Esa misma frase era repetida por prácticamente todos los afectados del bloque ayer, que glosaban el rosario de incidentes con el vecino que ahora centra las investigaciones de la Policía Científica como presunto autor del incendio, si bien aún se desconocen las causas concretas o su posible intencionalidad.
"Yo creo que borracho como venía todas las noches, cualquier cigarro que se le cayera pudo causar el fuego", aventuraba Antonio Martínez, que alertado por Irene echó la puerta del piso en llamas abajo pero "tras volcar un par de cubos de agua", no pudo más que huir y avisar cuanto antes al resto de vecinos.
"Pensábamos que no estaba allí, no contestó siquiera", explicó Martínez. De hecho, no fue hasta que llegaron los bomberos y los cuerpos de seguridad, y con la mayoría de vecinos ya en la calle, cuando los efectivos lograron sacar al residente en el piso incendiado.
"Salió negrito entero", recordaba otra de las vecinas que al igual que el resto de afectados denotaba una curiosa mezcla de indignación y sentimiento de pena. "Lo hemos avisado en multitud de ocasiones", insistía el vecino Francisco Artes Amate, que argumentaba que "más allá de las molestias que ocasionaba era por humanidad" que emitían sus quejas. "Daba pena verlo cómo salía prácticamente desnudo, ya no tenía ni llaves de su casa y más de una vez he tenido que ayudarle porque no era capaz ni de subir las escaleras", agregó este residente del edificio.
Más contundente fue Antonio Montero, del piso de abajo del incendiado, y que afirmaba que "me tenía amargado: lllegaba borracho, metía todo lo que se encontraba en la calle, me llamaba al telefonillo de madrugada".
Ayer por la tarde todavía no se había aclarado quién había podido ocasionar el incendio. Desde el Ayuntamiento se aseguraba que el vecino al que culpaban el resto de residentes del bloque estaba ingresado y se indicaba que el presunto autor podía ser otra persona, también con algún trastorno, aunque los Servicios Sociales municipales no habían recibido ninguna queja ni denuncia sobre él.