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La Policía desmantela una violenta banda de menores dedicada a propinar palizas

El grupo contaba con más de 20 miembros, todos españoles, que se movían por parques y zonas habituales de reuniones de jóvenes del Cerro del Águila, Rochelambert y Nervión.

el 01 jul 2014 / 12:53 h.

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Al más puro estilo de las bandas latinas. Así es como actuaba un grupo de menores que se movía por el Cerro del Águila, Rochelambert y Nervión amedrentando y propinando palizas a vecinos de estas zonas. La Policía Nacional ya da por desarticulada la banda tras la detención de los tres cabecillas, que eran quienes ordenaban a los chicos que querían formar parte de la organización que dieran palizas a quienes ellos les indicaran o que se dejaran pegar, lo que denominaban «pruebas de valor». La operación policial sigue abierta, pese a que la banda se ha desarticulado, pues los agentes aún están trabajando en averiguar quiénes eran los componentes de la banda, por lo que no se descartan nuevas detenciones. Los tres detenidos ya han sido puestos a disposición de la Fiscalía de Menores para que decida qué medidas adopta tras estar imputados por los delitos de amenazas, lesiones y contra la integridad moral, según informó la Policía Nacional en un comunicado. El grupo lo formaban unos 20 chicos de edades comprendidas entre los 13 y 17 años, quienes se dedicaban a marcar su territorio a base de palizas de los vecinos de los barrios en los que actuaban. Según confirmaron fuentes policiales, la banda solía moverse por el Cerro del Águila, Rochelambert y Nervión, donde acudían a parques y puntos habituales de reunión de jóvenes. Una vez allí, los cabecillas sometían a los chicos que querían pertenecer a la banda a las llamadas pruebas de valor, una práctica muy habitual en las bandas latinas y, al igual que estos grupos, también llevaban armas blancas. Esta especie de rituales consistían en que el nuevo miembro del grupo debía soportar la paliza de tres integrantes de la banda o propinar él mismo una paliza a una persona que el resto eligiera. Además, estos jóvenes se dedicaban a recorrer las calles de los citados barrios golpeando y amenazando a cualquier persona que se le acercara para marcar su territorio, utilizando incluso las armas que portaban. La Policía supo de la existencia de esta banda tras recibir varias denuncias interpuestas por padres de menores que habían recibido palizas de estos chicos a la salida del instituto, que previamente le habían amenazado por teléfono. A los agentes les llamó la atención el hecho de que no se tratara de un único caso, y que los agresores fueran un grupo de menores que actuaban sin móvil aparente, les hizo sospechar de que tras estas palizas hubiera una banda juvenil. Por ello, la primera parte de la investigación se centró en comprobar la existencia real de este grupo, tras lo que procedió a averiguar quiénes eran los integrantes de esta banda, su forma de funcionamiento y el papel que jugaban cada uno de sus miembros, poniendo en marcha para ello un dispositivo policial por las zonas en las que se movían estos jóvenes. Una de las trabas con la que se encontraron los investigadores fue el miedo de las víctimas a posibles represalias, hasta el punto de que los agentes buscan a más chicos que pudieron ser agredidos. Las pesquisas permitieron identificar a tres jóvenes, de edades entre 15 y 16 años, que eran quienes dirigían el rumbo de la banda y a los que se le incautaron varias armas. Uno de ellos ya contaba con antecedentes por agresiones similares.

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