Cultura

Descubriendo a Fredi Leis: verso, pudor y lágrimas

Allí donde lo dejaron Sabina, Aute o Serrat, hay una nueva generación de voces intimistas reinventando la poesía. Sin desmerecer a los grandes, podemos decir que vivimos una segunda época dorada de la canción de autor.

el 31 ene 2015 / 23:00 h.

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Por Laura Villalba Le conocí entre copas y al calor de las buenas amistades. Era 4 de septiembre en el Libertad 8. Madrid todavía olía a verano y a mí me llevaban a un concierto con el corazón a flor de piel. El músico se llamaba Fredi Leis y me habían dicho que en cuanto se subiera al escenario le iba a querer. El salón estaba lleno y mi amiga Julia no paraba de hablar de las noches que había compartido con él en Santiago, y es que después entendí que cuando Fredi canta, te está cantando a ti, sólo a ti, y ya no existe nadie más en el bar. Es difícil ordenar las ideas para hablar de este coruñés. Con 26 años parece que ha vivido todos y cada uno de los sabores y sinsabores del amor. Escucharle es desnudarse y asumir que te va a doler el alma, que probablemente vas a volver a casa tocada y hundida, recordando todas las veces que alguien te obligó a querer sin querer. Fredi Leis es delicado y sutil. Juega con las palabras para poner letra a eso que llamamos estar enamorado. Suena a Ismael Serrano, a Andrés Suárez y a Marwan, pero es él. Él y su piano; y tú; y tu vida frente a ti, con toda su dureza y sin contemplaciones. Fredi te abre y te cierra, te remueve por dentro y se pasea por esos lugares que no has querido enseñarle a nadie de una forma que incluso llama al pudor. De repente estás ruborizada y no sabes muy bien por qué. Quizás sea por ese verso de Quédate aunque sea en blanco, porque tú también has querido retener a alguien casi hasta el borde del ridículo. Quizás, porque tú también te has negado a ti mismo y porque alguna vez te has prometido conservar aunque sea un poco de la dignidad perdida después de varias derrotas. Quizás… porque cuando te invade la desazón del amar sin ser amado, te sientes acompañado al escuchar El conejo se ha comido al mago. FrediLeis De entre todas sus letras se hace imposible quedarse con una. Todas las canta con la misma voz aterciopelada y sincera, con cuidado, y siempre con la inocencia de la primera vez. Naked Inspiration es sin duda toda una sorpresa para el rhythm and blues. Santiago DC es una oda a una ciudad, a un pueblo y a una cultura, es nostalgia de tiempos no vividos para los que dejamos Galicia y emigramos a la capital para estudiar, es una versión enxebre del Pongamos que hablo de Madrid pero con la mirada puesta en el norte. En Me Quemas, nos descubrimos pensando en esa persona que dejamos escapar y en todas las cosas que no supimos decir a tiempo y en Días Grandes, que apenas tiene unos días de vida, lo ha vuelto a hacer, nos vuelve a desarmar. Escuchas a Fredi cuando te apetece refugiarte en la autocompasión, abrirte en canal y llorar. Es de esos cantautores a los que recurres en soledad, para el masoquismo romántico después de una ruptura, porque él sabe por lo que estás pasando, porque te entiende. Qué ridículo es abandonarse al dramatismo así y, sin embargo, cómo cura las heridas. Qué bonito escuchar desde el tocadiscos Entre las velas cuando das la antepenúltima oportunidad a alguien. Hacer tuyo el «nos estamos jodiendo la vida, pero y qué bonito lo hacemos» o el «no ha habido nadie que me diga como tú te odio», porque precisamente en esos momentos de odio y rabia, nadie puede negar que seguimos amando y porque Fredi nos enseña que hay que saborear el desamor como el buen vino. Escuchar a Fredi Leis es, en definitiva, una caricia al corazón, un «te lo recomiendo» y un «encantada de haberte conocido».

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