Más madrugadores que nunca, los descuentos se apropiaron ayer de los escaparates una semana antes del inicio oficial de las rebajas, atrayendo a miles de sevillanos al Centro, que registró un lleno absoluto en el primer festivo del año en el que los comercios abren sus puertas. Como gritaba un sevillano feliz en medio de la calle Tetuán: "¡Todo abierto, Lola, todo abierto!", como si le reprochara a la mujer el haber sido incrédula con la buena nueva de que las tiendas estarían abiertas pese a haberse trasladado la fiesta al lunes.
La apertura fue escalonada, y por tanto la bulla también. El Corte Inglés, principal referencia para los comercios más pequeños, abrió sus puertas puntualmente a las diez de la mañana como cualquier otro día; pero las franquicias de Inditex como Zara, Massimo Dutti o Bershka, que tampoco se quedan atrás a la hora de marcar cuándo es y cuándo no horario comercial, se hacían las remolonas y no abrían hasta el mediodía.
Y la gente, como si estuviera sincronizada, hacía lo propio: tímidamente al principio, con más ganas después, iba llenando las calles comerciales. El buen tiempo que se fue abriendo paso pese a las cuatro gotas que se atrevieron a caer a primera hora azuzó las ganas de echarse a la calle, porque hizo sol y menos frío que en días anteriores. Y los descuentos, como han dado en llamarse las rebajas de antes de las rebajas, hicieron el resto.
Porque a tan sólo cuatro días de la venida de los Reyes Magos cargados de presentes, los escaparates cuelgan ya vistosos carteles del 50% con la misma alegría que durante la época de rebajas, que comienzan oficialmente el próximo sábado 7 de enero. Sobre todo en las tiendas de ropa, el tijeretazo en los precios es considerable: Adolfo Domínguez, Tintoretto o Woman Secret tienen ya a la mitad casi todos sus productos. Y tampoco es raro ver el doble etiquetado, con el precio ya reducido, en muchos otros productos.
"Lleno desde el primer momento", lo describía una dependienta de La Casa del Libro mientras atendía la caja, en la que según explicó había habido colas todo el día, salvo un pequeño bajón a la hora de comer.
Lo mismo ocurría en la clásica juguetería Osorno, que este año vende como rosquillas las tétricas muñecas Monster High y novedades surgidas del universo televisivo como el juego de mesa Atrapa un millón, en liza con clásicos del juguete como los Playmobil, los muñecos Pin y Pon o las Nancys, que nunca han dejado de venderse, como explica Toñi Aguilar, veterana dependienta de la tienda. "Nosotros también vendemos muchos juegos didácticos porque siempre los hemos tenido, y aconsejamos a los clientes, que agradecen la atención personalizada", explica, mientras pasan por su lado padres cargados de cajas. Osorno no hace descuentos, pero siempre tiene promociones "de productos de primeras marcas, pero de otros años, que vendemos más baratos". En la puerta, un paje del Rey Baltasar aguarda con cara de aburrido, porque hay más adultos en las tiendas que niños queriendo entregar sus cartas a los monarcas de Oriente.
Claro que, puestos a mandar las cartas a los Reyes, casi mejor dejárselas a sus camellos, que siguen en la Encarnación haciendo las delicias de los niños. Camellos, ponis y tiendas de artesanía atrajeron de nuevo a multitudes hasta las setas del Metropol Parasol, que compite ya con otros monumentos de la ciudad como el Alcázar, que también registró colas en su entrada. Hasta el alcalde, Juan Ignacio Zoido, lo registró en su Twitter, congratulándose por la buena respuesta del turismo.
