El Cerro del Águila es un barrio popular de la ciudad de Sevilla. En él viven personas que ahora más que antes, con la llegada de la crisis, han visto disminuida su calidad de vida y han experimentado qué es eso de pasar necesidades. En este contexto surge UCCA (Unión de Comerciantes del Cerro del Águila), una asociación que nace en 2011 a través de las empresas del barrio que buscaban la unión de los comerciantes para potenciar las ventas entre los negocios de la zona y que, poco después, toma un rumbo social y solidario para ayudar a las familias más necesitadas del barrio. José María Sánchez fue el encargado de poner en funcionamiento este entramado de favores entre sus vecinos. A día de hoy, algo más de un año después de su muerte, su hermana Beatriz lo recuerda precisamente haciendo eso, ayudando a las personas sin recursos del Cerro. Desde el día en que falleció ella se encarga de gestionar la asociación por la que tanto apostó su hermano y que tantos momentos gratificantes le dio. Beatriz Sánchez tiene 30 años y realiza esta labor de forma voluntaria. Dice que no puede dedicarle más tiempo a causa de su trabajo de administrativa que compagina con su papel de coordinadora de UCCA. Ella nos cuenta que los orígenes de UCCA nada tuvieron que ver con su devenir final: «La asociación hizo un página web indicando las empresas del barrio y a lo que se dedicaba cada una. Tras esto, mi hermano empieza a darse cuenta de la precariedad y la pobreza en la que estaban sumidas algunas familias del barrio y decide aprovechar la coyuntura para dar un nuevo rumbo a UCCA». UCCA, bajo representación de José María, se reunió con Cáritas del distrito El Cerro-Amate para ofrecer ayuda a los necesitados del barrio. Se descubrió entonces que esta institución de ayuda no repartía frutas ni verduras porque no contaba con personal suficiente para realizar esa labor. «No tenían personal ni local para llevar a cabo este reparto. Mi hermano se ofreció a título particular a hacerlo y se respaldó en la asociación de comerciantes para que tuviera más peso». El distrito El Cerro-Amate concedió un local para el uso y aprovechamiento de UCCA. Aunque en principio se pensó en utilizarlo también para las reuniones entre los comerciantes, poco a poco su uso se fue centrando en el reparto de la fruta y la verdura a las personas necesitadas. Beatriz explica además que los gastos son afrontados por el Ayuntamiento, disponen de él sin ningún coste. Sus dependencias se encuentran en la calle Dante, en el antiguo colegio de Santa Teresa. La comida que reparten (frutas y verduras) proviene de Cáritas. «No pertenecemos a Cáritas pero prestamos nuestro servicio de forma altruista a esta entidad», destaca. El proceso de ayuda es simple: se desplazan con una furgoneta a Mercasevilla, al Banco de Alimentos, y transportan la comida hasta su local. Allí proceden al reparto de los alimentos ese mismo día. En la actualidad atienden a una media de 45 familias por reparto. El primero de esto se realiza el lunes por la mañana y el siguiente el jueves por la tarde. Una familia puede acudir a los dos repartos programados de esa semana. Cáritas les remite un listado con las familias beneficiarias y el tiempo que durará esta ayuda. «Nosotros no tenemos conocimiento de las circunstancias de estas familias, de eso se encargan los trabajadores sociales de Cáritas del distrito», matiza Beatriz, representante de UCCA. Los únicos gastos que se derivan de esta actividad son los gastos de transporte y la compra de bolsas de plástico para depositar los lotes con la comida. También señala que sólo tienen una única vía para obtener dinero: «Tenemos la concesión de una de las casetas de la velá del Cerro, que se celebra el último fin de semana de septiembre. La explotamos en forma de bar. Buscamos a personas voluntarias que nos ayuden con las labores además de con donaciones de comida hecha por ellos mismos. Después vendemos estas tapas junto a bebidas a precios asequibles para poder sacar fondos. Con ese dinero que sacamos sobrevivimos el año entero». Aunque los comerciantes forman parte de la asociación, Beatriz demanda más participación por parte de estos en la vertiente solidaria de UCCA: «La asociación está constituida como una unión de comerciantes y no como una agrupación de ayuda, la vertiente social surgió en un principio para unir ambas iniciativas bajo el prisma del barrio, aunque los comerciantes no colaboran demasiado en la ayuda prestada, la labor la realizamos entre varios voluntarios, ninguno comerciante». La situación de necesidad de los vecinos del Cerro no ha mejorado nada con el transcurso de la crisis. A pesar de vivir situaciones extremas en muchos casos, estas personas manifiestan su gratitud con la gran ayuda que presta esta asociación para que puedan alimentarse en la medida de lo posible. «En este momento hay más kilos de comida en el Banco de Alimentos que antes, por tanto podemos ayudar a más familias e incluso entregarles más cantidad», revela Beatriz, que tiene claro que «esta situación nos podría haber tocado a cualquiera, ya que en su mayoría son familias de siempre del barrio a las que la crisis les ha pasado factura por haber perdido sus puestos de trabajo».