Economía

Desde las entrañas del A400M

2.600 alumnos pasaron en 2013 por el centro de entrenamiento de pilotos y tripulación de los aviones militares que se montan en Sevilla.

el 18 jul 2014 / 10:00 h.

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JOSÉ LUIS MONTERO JOSÉ LUIS MONTERO Apenas nos cruzamos con un puñado de alumnos en las instalaciones. Un par de ellos salen de un aula, otro toma contacto con los mandos del A400M ante un panel de vuelo (flight panel), otros dos ensayan –bajo la mirada del instructor– ejercicios tácticos en la cabina de un C295, mientras que varios técnicos turcos esperan con paciencia a que Manuel, supervisor de carga, concluya las explicaciones a la prensa de las funcionalidades y la capacidad de carga del A400M sobre un fuselaje que se utiliza a modo de simulador. Se nota que es verano y que la actividad ha bajado, pero por los 13.000 metros cuadrados del centro de entrenamiento que Airbus Defence and Space tiene junto a la planta de ensamblaje del A400M, pasaron el año pasado para formarse y entrenarse en el manejo de la familia de aviones de transporte militar 2.600 alumnos venidos de países como Francia, Alemania, Turquía y de otros tantos compradores de los productos propios de la antigua Airbus Military. Con esta afluencia, el centro de formación –inaugurado en 2010– registró un volumen de actividad en torno al 70-80 por ciento de su capacidad. Este año, indica Enrique Vázquez, responsable de formación del A400M –y guía de la visita–, se espera que aumente esta cifra un 10 por ciento, hasta alcanzar en torno a las 2.800 personas, contando los pilotos, equipos de tripulación de cabina, supervisores de carga, técnicos de mantenimiento y personal sanitario, entre otros, que requieren en este último caso nociones básicas del equipamiento del A400M. Así, se rozará el 100 por cien de la capacidad máxima, que se sitúa entre las 8.000 y 9.000 horas de entrenamiento en simulador, con la suma de los tres que hay disponibles en el centro –uno del A400M, otro del C295 y un tercero del CN235–, que funcionan las 24 horas en épocas de mayor demanda. «Si hiciera falta podríamos activar el turno de fin de semana», pero para llegar ahí habrá que confiar en el éxito de la campaña de exportaciones del A400M. ¿Tiempo? Para un curso estándar, unos 50 días (300 horas). JOSÉ LUIS MONTERO JOSÉ LUIS MONTERO Para el segundo tipo de prácticas, enfocadas a supervisores de carga y técnicos de mantenimiento, se utiliza el Cargo Hold Trainer, una reproducción del fuselaje sin alas ni cabina destinada a entrenar los procedimientos y operaciones para el manejo de grandes cargas como el traslado de vehículos o de palés con materiales, por lo que deben conocer los sistemas y elementos de sujeción para que quede inmovilizada o dónde se encuentra el oxígeno en caso de emergencia, indica Manuel Fernández, mientras muestra los asientos de lona que ocupan los soldados o los paracaidistas en su interior –hasta 116– y pone el acento en la importancia de las tres pequeñas rampas que salvan el medio metro de altura hasta el suelo. Este fuselaje lleva operativo desde el verano pasado, la misma fecha en la que se puso en servicio el simulador que Thales ha diseñado para que pilotos y copilotos del A400M aprendan su manejo. Para lograrlo, en su interior se encuentra una réplica idéntica a la cabina de un avión real –en la que no pueden tomarse fotografías– capaz de reproducir todos los supuestos posibles de lo que puede suceder ante los mandos de este aparato. Miguel Megal, instructor que lleva tres años en el centro de formación, está sentado en el lugar del piloto. Desde ahí explica que, entre las cosas que más sorprende a los futuros usuarios del avión, está su sencilla manejabilidad, además de que está todo automatizado. Probamos simulando un fuego en un motor. La aeronave indica, paso a paso, cómo se debe actuar y qué hacer en cada momento con el guión que aparece en una pantalla. Se pueden configurar las condiciones ambientales y climatológicas que se deseen para saber cómo responder en caso de que alguna de esas contingencias se convierta en realidad. A ello se dedican las sesiones que se desarrollan durante cuatro horas seguidas. Pero para llegar hasta ahí hay que pasar por el flight panel, que simula los mandos de la cabina sobre pantallas táctiles –más económico que un simulador real, cuya inversión no se desvela–. Su utilidad no es otra que la de «familiarizarse» con los mandos y los procedimientos. Luego, ya en el simulador, se graban las sesiones de vuelo, con objeto de analizar cómo se ha actuado. Lejos quedan, recuerda Megal, esas recreaciones de pistas grises sobre fondo verde en las que ensayaban los pilotos, que han sido desbancadas por el realismo de las últimas tecnologías.

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