Cultura

Desde Oriente con pulcritud

Crítica del concierto que el maestro Xu Zhong y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla han ofrecido en el Teatro de la Maestranza con páginas de Tianhua, Shostakovich y Chaikovski.

el 16 oct 2014 / 23:49 h.

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Crítica del tercer programa de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, ofrecido esta semana, los días 16 y 17 de octubre. En programa obras de Tianhua, Shostakovich y Chaikovsi. 

Anoche fue la primera vez que visitó el podio de la sinfónica el maestro Xu Zhong, quien decidió incluir un guiño a su patria con la inclusión de la pieza Moon reflecting in the Erquan Pond, una intrascendente página, de armonías reconociblemente orientales, adaptada para orquesta de cuerdas del compositor chino Liu Tianhua. La cuerdas de la ROSS pasaron por encima como sin enterarse, con un sonido en exceso alicaído y titubeantes entradas. Lo mejor de este tercer programa de abono vendría después con el Concierto para piano, trompeta y orquesta de cuerdas nº1 de Shostakovich. Zhong mostró gran sintonía con la partitura a la que imprimió un claro tono stravinskyano en el muy interesante Allegretto. Decayó el sarcasmo en todo lo que vino después, optando por una versión elegante, sombría incluso en el Lento y en el Moderato, y brillante en la coda del Allegro con brio. Isabelle Cottet desplegó un pianismo incisivo, pirotécnico, sin restarle atención a lo expresivo. Controló ejemplarmente la tensión interna y nos pareció que su lectura llegaba muy interiorizada. Nuria Leyva solventó sin apuros los escollos, con excelente fraseo y humorismo en sus comentarios al hilo del piano. El maestro invitado dirigió de manera concentrada, persiguiendo cierta objetividad más allá del primer tiempo; pero en todo caso contó con una sección de cuerdas de la Sinfónica, ahora sí, plenamente a tono.

En un alarde de falta de imaginación escuchamos otra vez en la segunda parte la musculada Cuarta Sinfonía de Chaikovski. No vino a decir nada nuevo con ella Xu Zhong, por más que tuvimos que admirar su buena planificación de las tensiones y el control de las extremas dinámicas de la partitura. No se despegó el maestro chino de la tónica habitual en el abordaje de esta obra del ruso; pulido efectismo, tendencia a una sonoridad hercúlea y repartidos subrayados líricos. Despachó con brava rebeldía el Finale, mientras que el Andantino fue agónico por el paladeo de la batuta. La ROSS ofreció una respuesta contundente, con compactos metales y sonoridad nada marmórea. Debería pasar una década al menos antes de volver a poner esta página en los atriles.

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