Cultura

Desembarco de los Morente en Arahal

El VII Memorial Niña de los Peines ha estado marcado este año por la desorganización y la escasa asistencia de público.

el 15 sep 2009 / 06:49 h.

El VII Memorial Niña de los Peines ha estado marcado este año por la desorganización y la escasa asistencia de público. Esto último no es nuevo, aunque este año haya sido especialmente triste ver cómo buenos espectáculos como los del bailaor Javier Barón y el grupo Son de la Frontera, apenas contaron con público, a pesar de los precios tan populares que puso el Ayuntamiento.

Está claro que, si después de siete ediciones, la pequeña Plaza del Cristo sigue sin llenarse -sólo en ocasiones muy especiales, como la de anoche, con el desembarco de los Morente-, la línea del festival no es la más acertada, aunque nos parezca interesante y creamos que hay que seguir apostando por una cita anual que intenta romper con el tradicional festival de verano.

La clausura, el pasado domingo, de este festival resultó especialmente deslumbrante, a pesar de que comenzó con una hora de retraso porque el homenajeado, Enrique Morente, llegó algo tarde. España acababa de mandar a paseo a Italia en la tanda de penaltis y la Plaza del Santo Cristo presentaba un ambiente increíblemente bonito.

Andaban por allí los morentistas del pueblo, que son pocos pero muy impetuosos, quienes no acababan de creerse que el maestro granadino fuera a aparecer por el Cristo, aunque el motivo fuese para recoger un premio, el Verde que te quiero verde, una hermosa cabeza de bronce de la Niña de los Peines, obra del escultor Jesús Gavira, que recibieron ya otros grandes artistas como Juan Valderrama, Mario Maya o Manolo Sanlúcar.

Naturalmente, el homenaje al monstruo albaycinero tenía que contar con algunos de sus discípulos y actuaron en su honor Segundo Falcón y Estrella Morente, además del onubense Arcángel, que al final subió al escenario para cantar unos tangos a dúo con Estrella. También el pianista Pedro Ricardo Miño, "otro morentiano", según dijo Estrella Morente.

El que abrió la noche fue el cantaor Segundo Falcón, seguidor acérrimo de Morente, que interpreta el cante según los particulares cánones del maestro. Con Pedro Ricardo Miño al piano y las guitarras de Paco Jarana y Salvador Gutiérrez, el de El Viso del Alcor se dejó el alma en soleares apolás, fandangos y bulerías, demostrando que es algo más que un copista de Morente, pero que tendrá que crear su propio discurso musical para que no se le siga considerando como tal.

El acto de homenaje resultó sencillo y emotivo. José Luis Ortiz Nuevo, encargado de glosar la figura del homenajeado, dijo que Enrique se formó con cantaores tan lejanos ya en el tiempo como Bernardo o Matrona, y que "es un abuelo vanguardista", algo que a Morente le hizo mucha gracia.

Enrique habló poco y anduvo visiblemente emocionado y nervioso. A lo mejor por eso se le olvidó hablar de la Niña de los Peines, que da nombre al festival. Pero, sobre todo, de sus grandes amigos de Arahal a los que, como es el caso del escritor y flamencólogo José Manuel Gamboa, presente esa noche en el festival, el cantaor le debe bastante.

A veces, los nervios juegan estas malas pasadas.

  • 1