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Desgracias aparte, ¿por qué el Betis no fue así de digno de septiembre a enero?

LA CONTRACRÓNICA. Si los mismos jugadores que van a bajar al Betis a Segunda se hubieran portado durante veintipico jornadas con la misma nobleza con que se desempeñan ahora, otro gallo cantaría. Y la canción se titularía 'otro año más en Primera'.

el 05 abr 2014 / 21:43 h.

Los jugadores del Betis protestan el segundo penalti pitado por Prieto Iglesias / Alejandro García (EFE) Los jugadores del Betis protestan el segundo penalti pitado por Prieto Iglesias / Alejandro García (EFE) En su inevitable camino hacia la Segunda División, el Betis continúa acumulando desgracias. A ver, no va a bajar por perder en el Camp Nou, de donde sale derrotado casi todo el mundo; ni por ser penalizado con dos penaltis, uno claro y tonto y otro discutible como mínimo; ni por marcarse un autogol desde fuera del área, que ya tiene mérito. Pero una cosa es despedirse de la categoría como Dios manda, por ser peor o mucho peor que todos sus rivales y sanseacabó, que diría Curro Romero, y otra muy distinta y más penosa es que en los últimos metros de su calvario particular, cuando no hay cirineo que le levante la cruz, surjan en su camino la injusticia (véanse determinados arbitrajes) y la ausencia total de cualquier rastro de fortuna. La permanencia se debe ganar con fútbol y no hay nada que objetar a eso, pero no existe ni un equipo en la historia del fútbol que haya logrado su objetivo, sea cual sea, sin tener siquiera una pizca de suerte. Y al Betis, para ser sinceros, nada de nada le sale bien. La visita al Barcelona fue la película de siempre en los últimos años. El Betis fue atrevido, dignísimo, honorabilísimo, incomprensible que vaya el último... y perdió. Y así viene siendo desde que Gabriel Humberto Calderón heredó el timón de este barco a la deriva. Primero agarró con firmeza el volante, luego evitó que la nave se estrellase con las rocas y por último dio la impresión de que al menos tomaba un rumbo fijo, pero el tiempo perdido con tanta maniobra ha sido demasiado, irrecuperable. El Betis se irá a Segunda con esa imagen final de equipo hecho, serio, excesivamente castigado por los avatares de la pelota, pero el árbol no puede ocultar el bosque. Han sido meses de indignidad, de deshonor, de partidos desastrosos en defensa y partidos desastrosos en ataque, de errores imperdonables en jugadores que sólo de vez en cuando sí parecieron ser de Primera, de una pésima dirección desde el banquillo. Ocurrió desde septiembre a enero. Yentonces surge la pregunta:¿por qué no se comportaron esos mismos hombres con la misma dignidad y nobleza con que se van a despedir de Primera?

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