Claudio se acuesta todas las noches sobre las diez para hacerse la diálisis. Enchufa la máquina y se lava las manos como parte de un ritual que dura unas ocho horas de sueño. Y de ensueño, porque desintoxicar su riñón en casa asegura que es todo un lujo. "Tiene todas las ventajas del mundo; me deja el día libre".
Quien no padece una insuficiencia de riñón severa y pende de una máquina para limpiar su sangre, dice, no lo entendería. Pero Claudio se empeña en explicarlo: "me jubilaron hace dos años cuando me detectaron el problema". Y no porque su enfermedad le impidiera desempeñar bien sus funciones. "¿Es que dónde aguantan a una persona que tiene que venir todas las mañanas al hospital?"
Esta es la dura vida a la que suelen enfrentar los pacientes diagnosticados de una insuficiencia renal grave. "Muchos pierden el trabajo, aunque estén capacitados. Porque yo, a mis 50 años, me encuentro bien", insiste. De ahí que la libertad de movimiento sea una de las principales ventajas que aporta la diálisis en casa, una técnica que no termina de arrancar a pesar de estrenarse en los años 70 en EEUU y llevar implantada desde 1979 en el Hospital Virgen del Rocío. "Todavía son pocas las personas que optan por este tratamiento. Apenas tenemos a 40 enfermos. Quizás por miedo", apostilla la doctora Ana Ruiz, responsable de la unidad de Diálisis domiciliaria.
La especialista explica que salvo excepciones muy concretas, todo aquél que sufre una insuficiencia renal severa puede solicitar la diálisis en casa. Para ello, tendrá que someterse en primer lugar a una pequeña intervención quirúrgica. El objetivo: colocar un catéter en el peritoneo (la membrana que reviste la cavidad abdominal), que sirve como conducto para efectuar el intercambio de líquidos que desintoxica la sangre de urea y demás sustancias de desecho que el riñón es incapaz de expulsar por la orina.
El enfermo convivirá desde entonces con un pequeño tubito por donde introducirá cada el día el líquido que limpia la sangre dentro del abdomen. Es decir, la sangre del enfermo nunca sale del organismo, como sí ocurre en la hemodiálisis. Rafael ha probado las dos técnicas. "Y sin duda, le ha ido mucho mejor la diálisis en casa. Al principio se ponía tres bolsas de líquidos. Ahora, cuatro: una antes de desayunar, otra a las 12, la tercera a las cuatro y media y la última antes de acostarse", explica Conchita, su esposa. Pero Rafael aprende ahora a utilizar la cicladora, otro tipo de diálisis domiciliaria donde una máquina también desintoxica la sangre durante el sueño sin extraerla del organismo. En este caso, es el aparato el que vierte el líquido en el abdomen a través de la cánula. El enfermo queda así enganchado por la noche a la máquina por una especie de cordón umbilical.
"Así Rafael podrá irse al campo sin tener que estar pendiente de volver a casa para cambiarse las bolsas", continúa su mujer. Claudio se recorrió este verano 3.500 kilómetros en su coche. De tener que realizarse la diálisis en el hospital, no hubiera disfrutado de las vacaciones porque "al riñón no se le puede dar descanso", asevera la doctora. Sin embargo, los pacientes que se hacen la diálisis en casa pueden planificar su viaje y, dependiendo del tiempo que estén fuera, se les manda la máquina a su destino o bien se llevan las bolsas de líquido en la maleta. Otra de las ventajas es que el enfermo evita las dolorosas punciones de la hemodiálisis tradicional. En resumen: "Adaptas la diálisis a tu vida, no tu vida a la diálisis", subraya Ana Ruiz.