La Guardia Civil ha resuelto un secuestro perpetrado en el municipio madrileño de Miraflores de la Sierra el día 12, en el que un hombre y una mujer, inducidas por otra persona, raptaron a la responsable de un hotel de la localidad, hija del dueño del establecimiento.
Según el comandante de la Guardia Civil Javier Rogero, los tres detenidos -con edades comprendidas entre los 28 y los 30 años-, una vez puestos a disposición judicial, han ingresado en prisión.
El secuestro duró seis horas, en las que la Guardia Civil localizó y detuvo a uno de los secuestradores, un hombre, y logró la liberación de la víctima.
La novia del arrestado, que también participó en el secuestro, fue detenida cuatro días más tarde en el aeropuerto de Barajas cuando pretendía tomar un vuelo.
La investigación permitió conocer la participación de una tercera persona, una mujer, que fue amiga de la víctima.
Ésta informó y colaboró en la planificación del delito y fue detenida unos días después en Málaga, donde residía.
En las comunicaciones que los secuestradores mantuvieron con los familiares de la víctima, exigieron el pago de 150.000 euros a cambio de la liberación de la víctima en perfecto estado.
Las primeras pistas para la resolución del caso se obtuvieron gracias al coche de la secuestrada, que se encontraba estacionado en una de las calles de Miraflores.
Mientras los investigadores trataban de reconstruir los últimos movimientos de la víctima y el posible método de ejecución del secuestro, los agentes del instituto armado trabajaban en estrecha colaboración con los familiares de la persona secuestrada para lograr centrar el lugar de reclusión en Colmenar Viejo, localidad situada a unos 25 kilómetros de Miraflores.
Tras varias comunicaciones de los secuestradores con los familiares de la víctima, se acordó que la entrega del dinero se efectuaría en Colmenar Viejo.
El operativo dispuesto por la Guardia Civil, en el que intervinieron más de 120 agentes de distintas especialidades del instituto armado, culminó con la detención del encargado de custodiar a la secuestrada, en el momento en el que tenía en su poder el dinero del rescate.
El detenido no tardó en confesar su participación en los hechos y las identidades de las personas que le habían ayudado a planificar y perpetrar el delito.
El registro de su domicilio, propiedad de unos familiares, aportó pruebas definitivas para la incriminación de su novia y otra amiga común.
