Cofradías

Día de gloria para la hermandad de la Resurrección

el 24 abr 2011 / 12:43 h.

Ni los hermanos más veteranos de Santa Marina recuerdan algo parecido. Los astros, y sobre todo las nubes, se alinearon en los días precedentes para que ayer la hermandad de la Resurrección, más arropada y acompañada que nunca, pusiera el broche glorioso, bajo un sol espléndido, a una Semana Santa plagada de frustraciones.

¿Era la Resurrección o era la Macarena? Tanta era la avidez por ver un paso más allá de la quietud de los templos que Sevilla se echó en masa a las calles para convertir la estación de penitencia de los de Santa Marina -lo de penitencia con permiso del arzobispo Asenjo- en una auténtica y continua bulla desde la misma salida.

En plena madrugada, calles como Relator, Feria, la Alameda o Trajano aparecían abarrotadas de público en espera de presenciar, tres días y medio después, una cofradía llegando a la Campana. Hasta allí se fue el presidente del Consejo, Adolfo Arenas, para conceder la venia al cortejo de blancos nazarenos. En el otro extremo de la Carrera Oficial, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, aguardó a las puertas de la Catedral la llegada del paso de Cristo y, poco después, se fue Avenida abajo a buscar a la Virgen de la Aurora, cuyo paso presidió hasta que abandonó la Catedral y transsitó ante el Palacio Arzobispal.

Calor, bullas y continuas petaladas fueron las constantes del mañanero regreso a casa. La Virgen de la Aurora -que ayer lució esplendente con un tocado de pellizco macareno dispuesto por su vestidor, Manuel Lozano, con una tela de alta costura obra del diseñador Óscar de la Renta- fue recogiendo a su paso las decenas y decenasde petaladas que se han quedado sin arrojar esta Semana Santa y que con mucho mimo había preparado para sus dolorosas los grupos jóvenes de la Macarena, la Esperanza de Triana o Los Negritos, entre otras muchas cofradías, algunas de ellas hasta de los pueblos.La cofradía discurre parsimoniosa en su retorno a Santa Marina.

Rosas y tulipanes rojos embellecen el paso del Señor, mientras que el palio se adorna con una exquisita composición de narcisos y minicalas."Macareeeeeeee-na". A la altura de Doña María Coronel un perturbado insiste en arrancar al público los gritos a coro de "guapa, guapa y guapa", pero sólo encuentra el eco de una sonrisa esbozada en el rostro de los que allí se dan cita. El capataz Antonio Santiago firma tablas en su particular Semana Santa al frente de los pasos: con la de ayer sacó a cuatro cofradías, las mismas que se quedaron dentro.

La calle San Luis es un horno para despedir a estos últimos nazarenos de la Semana Santa. Ayer se cumplía la vigésima salida del palio de la Aurora y sus artífices -el autor de la Virgen, el imaginero Dubé de Luque y los Hermanos Delgado López, orfebres- acompañan a la dolorosa de Santa Marina en su última chicotá hasta el altar mayor del templo a los sones de todo un clásico, Amarguras. Ya en el interior del templo, la hermandad reserva un último guiño cariñoso al director fundacional de la Banda de Música de Las Cigarreras, Bartolomé Gómez Meliá, quien por motivos personales abandona la direción de esta formación musical. En su honor se interpretaron los sones de Reina de las Mercedes, la única marcha compuesta por él. Así se cerraba en Santa Marina una Semana Santa negra.

  • 1