El poeta cubano José Martí creía que "la propagación de la cultura es la madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus vicios". A partir de ese principio muchos cambiaron propagación por propaganda para hacer cosas indecorosas contra la libertad, contra la República y a favor de todos los vicios que cualquier sistema político puede producir, si no es vigilado desde el conocimiento, desde el sentido crítico, desde la libertad de pensamiento que la cultura proporciona. La cultura es fuente de futuro y por eso cuidarla, impulsarla, darle alas, trabajar por ella, sin querer intervenir en ella, es esencial para el buen vivir de los ciudadanos. El estado de bienestar no es tal si no se invierte en cultura, en cultura libre, en actuaciones políticas para que todas las iniciativas culturales tengan sitio, sin miedo a la libertad que suelen provocar.
En eso estamos, nos dicen desde los poderes y queremos creerlo, pero sin conformarnos, exigiendo que la apuesta sea tan cierta que ella, la cultura, sea elemento fundamental de nuestra capacidad de desarrollo, que sea ella en sí misma una industria potente, tanto más influyente en la educación de ciudadanos libres y felices, cuanto más potente. Todo esto sea dicho a propósito y de acuerdo con el lema que este año ha elegido el Consejo Internacional de Museos para celebrar, el próximo día 18, el Día Internacional de los Museos: "Los museos, agentes del cambio social y el desarrollo", vale para todas los recintos y expresiones de la cultura.
