Juan Andrade Martagón, Diego Clavel en los carteles, acaba de editar un doble CD con su propia antología de las seguiriyas, siguiendo con la labor que viene haciendo desde hace años, de catalogar estilos como las malagueñas, los fandangos de Huelva, las soleares y, ahora, las seguiriyas. En los tiempos que corren, en los que la mayoría de los cantaores jóvenes buscan dar el pelotazo con un tanguito cameloncio, lo de Diego Clavel es de un mérito tremendo. ¿Cómo se le reconoce esta labor? Olvidándose de él y dándole los contratos a los de los tanguitos cameloncios. Ya lo dijo Marchena una vez, con más razón que un santo: "Los seguiriyeros acaban con dos remiendos en el culo". No es el caso del cantaor de la Puebla de Cazalla, porque son otros tiempos, pero lo cierto es que Diego Clavel es un cantaor poco reconocido.
El cantaor completo no existe ni ha existido nunca, aunque Vallejo, Pastora o Fosforito se hayan acercado bastante al enciclopedismo, entendido como capacidad para interpretar todos los palos. Diego Clavel domina un buen número de estilos y es precisamente en la seguiriya donde ha destacado siempre. Recordamos con añoranza aquellos tiempos en los que levantaba al público con la cabal de Manuel Molina.
En esta antología, conducida por Antonio Carrión y Paco Cortés, Diego nos ofrece su versión de las seguiriyas que existen. Con honradez y profundidad. La obra es de Caronte.
