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Dime con quién duermes

Rellene en mayúsculas, con letra clara y, si comienza a escribir con un bolígrafo azul, agótelo. Nombre, apellidos. Dirección con todas las cifras, el bloque, la escalera, el código postal. Población y provincia. Número de la tarjeta de identidad. Fecha de nacimiento.

el 15 sep 2009 / 02:41 h.

Rellene en mayúsculas, con letra clara y, si comienza a escribir con un bolígrafo azul, agótelo. Nombre, apellidos. Dirección con todas las cifras, el bloque, la escalera, el código postal. Población y provincia. Número de la tarjeta de identidad. Fecha de nacimiento. ¿Género? Imprescindible, por si el primer requisito no lo aclarase suficientemente. Teléfono fijo, móvil, dirección de correo electrónico. Currículum académico y artístico-profesional, breve o extenso, con o sin referencias. Anexos. Fotografías. Firma.

Diríjase a registro. Espere, en seis meses o un año -con fortuna-, la respuesta. Los requisitos al solicitar cualquier ayuda pública -solicitar, sí; que la concedan es otro asunto bien jugoso- se repiten de impreso en impreso. Las becas y las subvenciones se guían, al menos en espíritu, por méritos tangibles: interés de un proyecto, trayectoria profesional, renta insuficiente. Admito -puedo comprenderlo- que en algunos casos procuren nivelar las mujeres y los hombres, los canarios y los aragoneses; pero la iniciativa del Ministerio de Cultura británico -patria de George Orwell, por curiosidades de la vida- se instala en el absurdo. Una de las preguntas formuladas a compañías teatrales solicita especificar el número de componentes según su orientación sexual, con la intención -asegura el Arts Council- de reflejar una diversidad verdadera al repartir el presupuesto. Género, procedencia, edad y, ahora, lado contrario del colchón. ¡Qué arte!

La semana pasada les hablé sobre Ídem, el festival de cine gay y lésbico celebrado en Córdoba, y celebraba su reivindicación de la diferencia desde el talento. Sin embargo, el requerimiento ministerial abre la puerta, invade la alcoba, arrasa con la intimidad del pobre candidato y realiza un tçriple zapateado sobre el que debería ser el criterio principal: la calidad. Porque ciertas discriminaciones -las famosas cuotas, sí- atenúan realidades dolorosas, pero otras se zampan más de un derecho básico, recemos para que a nadie se le ocurra tomar nota.

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