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Dimite el obispo acusado de ocultar abusos sexuales a niños en Irlanda

Donal Murray alega que no quiere provocar sufrimiento a las víctima. Es el segundo prelado que se ve obligado a dimitir por el escándalo.

el 17 dic 2009 / 21:13 h.

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Donal Brendan Murray, el obispo irlandés al que el Papa cesó ayer por su actuación en los casos de abusos sexuales cometidos durante décadas contra menores en Irlanda, es el segundo prelado que se ve obligado a dimitir por ese escándalo y según los observadores vaticanos no será el último.

El primero fue el obispo de Cloyne, John Magee, al que Benedicto XVI cesó en marzo al conocerse que retrasó las investigaciones sobre presuntos casos de pederastia denunciados en su diócesis. Magee fue secretario privado de los papas Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II.

El prelado dimitió dos meses antes de que estallara -en mayo pasado- el llamado Informe Ryan, que desveló que miles de menores fueron objeto de abusos sexuales y torturas físicas y psíquicas en instituciones estatales regentadas por religiosos de Irlanda durante casi 70 años.

Pocos días después, Benedicto XVI llamó al Vaticano al cardenal irlandés Seán Baptist Brady; de Armagh, y al arzobispo de Dublín, Darmuid Martin, para analizar la situación y ante los que reiteró la "tolerancia cero" para casos de este tipo. A principios de diciembre, de nuevo todas las miradas volvieron hacia la Iglesia católica irlandesa, al conocerse el Informe Murphy, que desveló que ésta gozó de inmunidad durante décadas para ocultar, en connivencia con el Estado, los abusos sexuales contra menores cometidos por curas de la diócesis de Dublín, la más importante del país. El informe, entre otros, señaló que el obispo Murray ignoró y oculto denuncias de abusos sexuales contra menores cuando era obispo auxiliar de Dublín.

Además de ello, denunció que la Congregación para la Doctrina de la Fe no respondió a las solicitudes porque, según ésta, no "seguían los apropiados conductos diplomáticos". Ante la nueva magnitud que adquiría el escándalo, el Papa llamó de nuevo el pasado 11 de diciembre al Vaticano al cardenal Sean Brady y al arzobispo Diarmuid Martin, ante los que dijo que estaba "asolado y angustiado" tras conocer el informe Murphy.

Benedicto XVI aseguró, según informó el Vaticano, que compartía con los fieles de Irlanda la "indignación, la traición y la vergüenza" por esos delitos sexuales cometidos durante 30 años por 46 sacerdotes contra unos 400 niños. Para que no quedaran dudas de su "tolerancia cero", que ya adoptó en casos similares en EEUU y Australia, Benedicto XVI prometió que enviaría una carta a los fieles católicos irlandeses en la que les indicará "claramente" las iniciativas que se adoptarán para responder a la situación y evitar que casos similares vuelvan a producirse.

El portavoz vaticano, Federico Lombardi, dijo ese día que el Papa usó palabras "fortísimas" para condenar esos "crímenes odiosos", como les llamó el Pontífice. Según Lombardi, Benedicto XVI ha tomado la cuestión "muy en serio" y quiere afrontar los problemas en todos sus aspectos".

Ayer ya rodó la cabeza del obispo Murray y fuentes vaticanas aseguraron que no será la última que se cobre el escándalo, que ha puesto de nuevo a la Iglesia irlandesa en la picota.

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