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Dinámica ganadora

Hay en fútbol valores exógenos que están fuera de la vista de todos los intervinientes pero que moralmente tienen un enorme peso específico en el discurrir de la propia competición y de los equipos. Entrar, como lo ha hecho el Sevilla, en dinámica ganadora después de varias derrotas tiene un significado apreciable...

el 15 sep 2009 / 22:43 h.

Hay en fútbol valores exógenos que están fuera de la vista de todos los intervinientes pero que moralmente tienen un enorme peso específico en el discurrir de la propia competición y de los equipos. Entrar, como lo ha hecho el Sevilla, en dinámica ganadora después de varias derrotas tiene un significado apreciable porque a partir de estos momentos, con un colchón de puntos sobre sus inmediatos perseguidores, podrá ir mirando de forma muy diferente la competición, y en especial el partido que se le viene encima el sábado frente al Atlético.

Mal al principio. El partido de Barcelona tuvo dos caras. Una, la del primer tiempo, en el que el Sevilla se pareció, y mucho, al de los partidos ante Racing, Sporting y Betis. Muy metido detrás, sin soltar nunca en ataque a los laterales, con un centro del campo incapaz de mandar en el juego y con unas bandas con muchos metros para ayudar atrás e incorporarse después arriba, con lo que Renato y Kanouté andaban aislados, como si estuvieran en una isla desierta. Menos mal que el Espanyol tenía pocas ideas y se encontró a un magnífico Palop las dos veces que llegó a su portería y fue perdiendo fuerza con el paso de los minutos.

Y letal después. La segunda parte iba a ser letal. El Sevilla mandó de principio a fin, fue ganando metros cuando desde atrás se consiguieron espacios y el Espanyol entró en una guerra de nervios que llevó a Corominas a fallar lo infallable, con dos paradones del defensa David Prieto con Palop fuera de la portería y batido, y después con la expulsión de Lola. Con huecos tremendos, al Sevilla sólo le faltaba saber los minutos en que llegarían sus goles. Era tal su dominio que llegaron y los firmó Kanouté para decidir un partido en el que al Sevilla le sobró tiempo; con el segundo le fue suficiente.

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