Cultura

Disfraces marca Mangafest

El Festival cierra sus puertas en Fibes con gran éxito de venta y de público, que acudió en gran parte con el atrezzo de sus héroes. Tres días solo ensombrecidos por el miedo a sobrepasar el aforo.

el 23 nov 2014 / 21:46 h.

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Mangafest No es la Comic-Con ni la principal atracción del evento era la visita del creador de la Marvel, Stan Lee. No hay que viajar hasta San Diego, ni a Oporto, ni tan siquiera a Barcelona, Sevilla durante tres días se ha puesto el kimono y ha acogido el III Festival de Videojuegos y Cultura Japonesa (Mangafest) que se clausuró este domingo en Fibes. La masiva acogida del evento dio por sentado que la afición por este tipo de ocio es más que manifiesta a este lado del Atlántico, con amantes de los mangas y del anime con mucho arte para el disfraz, y con toda la parafernalia friki que demanda este tipo de eventos. Luke Skywalker, Goku, Pikachu, Lara Croft, Zelda, Dark Vader, Mario Bros y sus amigos, Obi-Wan Kenobi, princesas de todos los reinos mágicos, zombis, asesinos en serie, cylons, y un largo etcetera colorearon el Palacio de Congresos mientras se paseaban o disfrutaban de alguna de las 150 actividades que ofertaba el recinto. Entre ellas, numerosas mesas en las que se podía volver a hacer una y otra vez el cubo de Rubick, jugar a cualquier juego de rol, maquillarse casi íntegramente de cualquier personaje, hablar con futurólogos, hacerse masajes naturales, aprender cocina japonesa, fotografiarse con maquetas de Star Wars y con fieles imitaciones de sus protagonistas, disfrutar gratuitamente de cualquier consola del mercado, visitar los mundos del Warcraft online, hacerse con un bonsai o con cualquier producto manga, adquirir desde chapas innumerables hasta camisetas, fundas de teléfonos, caretas, figuras de coleccionista o brazaletes de videojuegos. Y todo ello, bajo la impagable música japonesa del concurso en directo de jóvenes con talento, en el que los artistas a veces acertaban con los acordes, y otras hacían desear a los allí presentes que algún fusible saltara. Miles de personas han disfrutado y se han acercado a ese mundo virtual del que tanto disfrutan en sus casas. Y han dejado también su huella económica, porque parte del espíritu de este Festival está en la venta. Con precios especiales para el salón, Cash Converters trajo hasta el pabellón miles de juegos y cómics, al igual que Mediamark, que no quiso perderse la cita. «Ha habido mucha gente entrando y saliendo, no hemos parado», comentaba Tamara de Cash Converters. Un aspecto que la mayoría de las tiendas allí trasladadas, desde puntos como Valencia o Huelva, comentaban igual. «Esto debería ser más grande», afirmaba uno de los desplazados, que ha llegado a vender piezas de coleccionista de hasta 80 euros. «Hemos visto de todo –afirma Javi, que junto a su compañero Jorge están encargados de las consolas–, desde familias enteras disfrazadas hasta grupos enteros». «Si quieres jugar al fútbol te vas a un campo pero si quieres jugar a los videojuegos –explicaba con lógica Jorge–, vienes aquí. Es lo normal». Tanto como que también es un lugar de culto para los que buscan ofertas y piezas de colección, como Víctor, que cargaba una bolsa repleta de paquetes y videojuegos: «Para unos amigos, para mí ya vine el viernes». Y lo hizo desde su pueblo de Huelva, con sus 19 años, su indumentaria informal y su barba de tres o cuatro o cinco días, reconociendo que le encanta jugar, que saca el dinero para videojuegos en verano cuando no estudia y que no se relaciona bien con quien no sabe de este mundillo, y que dejó bien clara su crítica: «Estamos cansados de que en un videojuego las empresas se gasten cinco millones de dólares, para dedicar al juego solo uno y el resto a publicidad. A ver cuando empiezan a pensar en la gente, que somos los que compramos los juegos». ALERTA La nota discordante saltó a los titulares tras la jornada del sábado. 500 personas con entrada comprada se quedaron fuera del Mangafest al completarse el aforo después de que la Policía desalojara por motivos de seguridad en la explanada de Fibes a unas 3.000 personas que esperaban para entrar. Las versiones son varias. Desde dentro opinan que tras un pequeño altercado alguien llamó a los antidisturbios que terminaron por cerrar las puertas. Otros dicen que no había tanta gente como otros años. Desde la organización afirman que nunca se superó el aforo. La cuestión es que ayer había colas a las 10 de la mañana, que entraron con prioridad los que se quedaron fuera el sábado y que no se registraron incidentes. Pese a todo, hay una investigación abierta.

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