Las autoridades de la provincia china de Sichuan hicieron ayer público el número -5.335- de estudiantes muertos o desaparecidos en el seísmo de hace un año, cifra que según algunos activistas era ocultada por el Gobierno para no poner en evidencia la mala construcción de las escuelas nacionales.
El jefe del departamento de Educación de la provincia de Sichuan, la más devastada por el terremoto, Tu Wentao, facilitó la cifra en una rueda de prensa, aunque no incluyó a los estudiantes muertos en otras divisiones administrativas donde el terremoto también causó el derrumbamiento de escuelas, como Chongqing o Gansu.
Sólo en Sichuan se desplomaron unas 3.300 escuelas e institutos por el seísmo de magnitud 8 en la escala abierta de Richter.
En algunas localidades, como Juyuan, fueron prácticamente el único edificio de la ciudad que se derrumbó, lo que levantó sospechas de que estas estructuras fueron construidas con materiales de mala calidad y más baratos de lo presupuestado.
Las autoridades reconocieron meses después que muchas escuelas de la zona no estaban preparadas para un temblor de tal magnitud, mientras crecían las protestas de padres de estudiantes fallecidos que clamaban justicia, protestas que en algunas ocasiones se saldaron con enfrentamientos con la Policía y detenciones.
Las críticas a la construcción de escuelas en China y al ocultismo del Gobierno del país a la hora de dar las cifras de estudiantes fallecidos han vuelto a la palestra en los últimos meses, gracias en parte a que el artista chino Ai Weiwei, tan célebre -diseñó el estadio olímpico- como provocador, ha recogido esas reivindicaciones en su blog y se ha convertido en portavoz de los airados padres.
