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Dominus vobiscum

¿Por qué razón le iba a interesar a alguien levantarse temprano un domingo para escuchar una misa ni más ni menos que en latín? Pues ahora verá por qué.

el 12 nov 2010 / 22:27 h.

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¿Para qué sirve escuchar misa en latín, si uno ni siquiera la escucha en español? La respuesta tiene un prólogo: Antiguamente, antes de la colecta, el cura exclamaba Dominus vobiscum! Había gente que creía que aquel era el nombre del señor que pasaba el cestillo por los bancos, a quien de esa forma se conminaba a cumplir con su tarea. Así que el latinismo se convirtió en el alias de quien suele manejar el parné: Dominus Vobiscum nunca murió de hambre, escribió Pérez Galdós en Nazarín. Otros grandes autores usaron como refranes o dichos, en sus obras, muchas frases de la misa en latín: Un pirata que robaba la saliva al Sursum Corda (Pereda, La puchera), o Soy el tuáutem y ejecutor de esa niñería (Cervantes, Rinconete y Cortadillo). Cuántos sevillanos no tendrán, en esa caja de latón imaginaria de sus recuerdos familiares, otros latinajos por el estilo o incluso esos mismos. Llegó luego el Concilio de los sesenta, con todo su flower power, y la Iglesia convino en que popularizar el rito, poner al cura de frente y no de espaldas a los feligreses y hablar en el idioma de cada país acercaría a la gente a los templos. De lo cual resultaron dos hechos: que el rito litúrgico se modernizó efectivamente y que a misa ya no va ni el Sursum Corda.

Se puede entender que el regreso a la misa en su rito tradicional, romano, gregoriano o en latín, que de todas esas formas se dice (un revival que ha despertado gran entusiasmo papal), es un fenómeno puramente regresivo, arcaizante y hasta fundamentalista. Pero todo el que haya tenido un padre o un abuelo que maldijera al Dominus Vobiscum cada vez que no cobraba sabrá que la misa en latín es, sobre todo, memoria, cultura, religiosidad (no sólo oficial, sino también popular y familiar)... Tras algún tiempo celebrándose en San Bernardo, ahora se ofician todos los domingos y fiestas de guardar, a las 10.30, en el monasterio de las salesas de la Plaza de las Mercedarias (capilla de la Visitación de Santa María, más propiamente dicho). A veces incluye un poco de gregoriano, o música de órgano, y siempre dan unos cuadernillos en latín y castellano, para que nadie se pierda. Quienes entregan estos libretos y, sobre todo, quienes han conseguido que este rito regrese a Sevilla son los miembros de la asociación Una Voce, que son de todo menos unos fanáticos y unos inmovilistas. Vaya a esta cita con la memoria, conozca por sí mismo. Y luego, vuelva o no vuelva.

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