La población isleña, que está situada en mitad de la marisma y rodeada de extensos arrozales, este año asiste con sorpresa a un descenso inusitado en la población del insecto. Se habla de una cuarta parte de lo normal por estas fechas, aunque no se sabe a ciencia cierta cuál puede ser la causa de este tardío arranque de las larvas. Quizás el exceso de calor o determinados tratamientos preventivos, pero no deja de ser extraño, sobre todo después de una primavera propicia para su anual expansión. Se le espera, en todo caso, porque el mosquito explotará demográficamente en un momento u otro.
Los esperan. Así lo confirman sus vecinos y el propio alcalde de Isla Mayor, Ángel García Espuny (IU): "Todo está sorprendentemente tranquilo, hay una cuarta o quinta parte de mosquitos y la situación no tiene nada que ver a la de los últimos años, aunque no sabemos el motivo", afirma el regidor. Los isleños esperan "a que vengan" e incluso hay previsto un tratamiento preventivo por tierra en la población -esta semana se celebra la Feria local- que se pospondrá hasta que aumente el número de mosquitos "para que sea más efectivo", según García Espuny. "Hay menos, pero pican que no veas", cuentan algunos isleños.
Una de las razones pudiera residir en los tratamientos preventivos de las administraciones y en los productos fitosanitarios usados en el arrozal. En la provincia existe un seguimiento al insecto coordinado por la Delegación Provincial de Gobernación y en la que participan los entes homólogos de Salud, Agricultura y Medio Ambiente, además de la Diputación de Sevilla. Afirman haber llevado a cabo "alguna actuación puntual de prevención que es posible tenga alguna incidencia en estos resultados", sin que haya certeza de ello en estos momentos.
Por su parte, el presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Julián Borja, asegura que este año las plantaciones de arroz han tenido "un tratamiento normal, incluso menos porque no hemos tenido grandes plagas de gusano rojo", que es el que más afecta al cultivo.
Como comparación, el jefe del Servicio de Control de Mosquitos de Huelva, José Carlos Gálvez, indicó que en la marisma onubense y la zona arrocera de Cádiz la incidencia del mosquito es la habitual por estas fechas, sin haber constatado algún tipo de descenso notable en su población. Más bien al contrario. "La primavera ha sido proclive y de forma natural el mosquito no se va a reducir -apunta Gálvez-, porque es un organismo oportunista que aprovecha las condiciones". Así, acoge con sorpresa los datos puntuales del insecto en Sevilla y augura "un año con problemas de mosquitos, sería la primera vez que oiría que hay una reducción natural que no sea afectada por la mano del hombre".
"La marisma tuvo como guardián a un cancerbero con mil millones de cabezas", dijo en el año 1956 José Antonio Valverde, biólogo y activista ambiental valedor en aquella época de los movimientos en defensa del Bajo Guadalquivir -frente a un plan del Ministerio de Agricultura para desecar la zona- que dieron lugar a la creación del Parque Nacional de Doñana en 1969. Un guardián, el mosquito, que está ahí, medio escondido, aunque llegará más pronto que tarde. Sólo ha dado una tregua.