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Dos décadas siendo Cerro

el 15 sep 2009 / 01:58 h.

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Veinte estaciones de penitencia. Veinte años recorriendo más de once kilómetros a pie para enseñar a Sevilla lo que el Cerro quiere a su hermandad. Porque Cerro, hermandad y barrio son una misma cosa y ayer, en su vigésima salida, lo volvieron a demostrar.

Los comercios, cerrados; las mejores galas, puestas; los balcones, engalanados; y las sillas -de playa, del comedor, los tresillos forrados o la moderna silla-paragua- perfectamente organizadas en las dos aceras de Afán de Ribera en una peculiar y particular Carrera Oficial.

El Cerro del Águila estaba de fiesta. Ayer era día grande y el barrio se había echado a la calle. Alberto Tena, párroco desde 1971 de Nuestra Señora de los Dolores, supo explicar a la perfección lo que estaba ocurriendo: "Es nuestro día y tenemos que manifestarlo con alegría y con gozo. La Virgen de los Dolores nos identifica y nos une como vecinos".

Y así fue. Con alegría, con mucha alegría, y con lágrimas en los ojos, los vecinos -los que nacieron y viven en el barrio, los que un día se fueron y vuelven cada Martes Santo y los que acaban de llegar- se entregaron incondicionalmente a su hermandad. Ayer se cumplían 20 años de esa conjunción perfecta y el Cerro renovó sus votos con el Cristo del Desamparo y Abandono y con la Virgen de los Dolores. Y lo celebraron por todo lo alto, como cada uno de los años.

Nadie faltó a su cita y desde primeras horas, los vecinos estaban en la calle. Los bares a rebosar y las casas vacías. Por eso, cuando a las 11.45 horas se abrieron las puertas, al aplauso le siguió la algarabía.

Además, ayer no llovía, el cielo estaba despejado y al sol, hacía hasta calor. Los temores de que volviera a sufrir un aguacero como el del año pasado rápidamente se dispersaron -aunque por la tarde se supo que en Huelva llovía-. Las túnicas y capas volvían a ser completamente blancas, el terciopelo olía a nuevo. Sólo quedaba disfrutar.

Entretanto, el primer paso había avanzado en el interior del templo. Desde la nave lateral llegaba hasta la puerta, allí el capataz buscó al hermano mayor del Cachorro, José María Ruiz, para que tocara el martillo de la levantá que llevará al crucificado a la calle. La pila bautismal de la parroquia de los Dolores es la que tenían en la iglesia del Cristo de la Expiración, así que "los bautizados en el Cerro también tienen algo de trianeros", explicó Francisco Reguera. Poco a poco fue salvando el dintel y, cuando empezó a sonar la Marcha Real, el público se entregó en una gran ovación. Revirá suave. Saeta desde el balcón y, cuando el Cristo vuelve a su altura, otra ovación. Y desde ahí, "a volar con el Cristo del Cerro", a llevarlo al Centro "andando reposado".

Entre el monte de claveles rojos sangre, un recuerdo: la medalla de un hermano que murió "hace muy poquito", explica el prioste, José Luis López.

Avanza por Afán de Ribera. Otra saeta. "¡Qué guapo eres!", pero esta vez no era al Cristo, sino a uno de los hermanos que se encargan de la organización de la cofradía. Y es que ayer en el Cerro todo parecía "más guapo" que de costumbre.

Pero aún faltaba la Reina. Los comentarios eran sólo para anticipar detalles de la Virgen. "Que este año lleva una tiara de corales en la cintura", decían. Era una donación de su vestidor para esta salida de cumpleaños.

Pronto se escuchó cómo llamaban en el interior del templo, justo en el centro del altar. Levantá a pulso. El palio empieza a avanzar, la espera se acaba. Francisco Guillén vuelve a estar al frente del martillo. Dedicatoria para Pepe Haro, masajista que ayer veía esta salida desde "el balcón del cielo". Con absoluto mimo, la Virgen de los Dolores va saliendo. Comienza el Himno de Andalucía y brota del corazón una sonora ovación. El palio pisa el asfalto. Nuevos aplausos. Suena la Marcha Real. Más palmas. Revirá en la calle con nombre de dolorosa con los sones de Coronación del Cerro. Petalada intensa. La Virgen se gira para despedirse de los vecinos que se concentran en el lateral de la parroquia que da a Afán de Ribera. Pasan los campanilleros. Y suelta de palomas. De 20 palomas, como 20 son los años de estación de penitencia en las que el Cerro se va al Centro.

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