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Dos días de abril

Raudo y a sotavento para que nadie se oliera la maniobra. Entre el Domingo de Ramos de las palmas de olivo y el Martes Santo, Manuel Chaves González ha dejado de ser, 19 años después de llegar al cargo, presidente de la Junta de Andalucía. Una carambola a tres bandas ha enganchado la crisis del Gobierno de Zapatero con la sucesión en Andalucía...

el 16 sep 2009 / 01:12 h.

Raudo y a sotavento para que nadie se oliera la maniobra. Entre el Domingo de Ramos de las palmas de olivo y el Martes Santo, Manuel Chaves González ha dejado de ser, 19 años después de llegar al cargo, presidente de la Junta de Andalucía. Una carambola a tres bandas ha enganchado la crisis del Gobierno de Zapatero con la sucesión en Andalucía, el debate larvado y oficialmente silenciado que tanto preocupaba a los socialistas andaluces.

Chaves se ha ido a Madrid cuando estaba dispuesto a jugársela de nuevo en las urnas. El manejo de las alternativas en los últimos tiempos ha sido complejo: seguir desafiando el desgaste por las dos décadas de presidencia o facilitar la transición en un momento tan delicado que cualquier alternativa era vista con serias dudas por los principales actores. En dos días de abril, el PSOE ha hecho su transición y a medida que pasan los días se acrecienta la certeza de que ha hecho lo que tenía que hacer y como tenía que hacerlo.

Rápido, con la persona adecuada para el relevo, con el apoyo de Zapatero y de la organización territorial. Punto. Es la jugada que llevaban años ensayando sin atinar con el taco, a veces por cierto bloqueo en las decisiones y otras por un acomodaticio y pragmático sentido de no tocar lo que funciona. Y a quien gana por sexta vez unas elecciones es difícil decirle que está averiado. Es inevitable pensar que Zapatero también ha pretendido acelerar el cambio en Andalucía. Pero si en este proceso hay un vencedor ese es Manuel Chaves, al que nadie le ha impuesto el candidato, al contrario de como venía apostándose jactanciosamente desde dentro y fuera del partido.

A esta hora, todo indica que el "traslado" de Mar Moreno a Madrid tampoco revestía una lectura en clave de sucesión, al menos en lo que a Zapatero y Chaves se refiere y como el propio ya vicepresidente tercero del Gobierno venía repitiendo una y otra vez. Quizás, si hubiera seguido en Andalucía, la política jiennense habría tenido otras posibilidades. El jaque mate al PP y a sus propios fantasmas parece claro. El PSOE ha cogido impulso para intentar la tarea más difícil: seguir gobernando Andalucía después de Chaves. Sobrevivirle.

Chaves, otro gesto de generosidad con el PSOE. Con 64 años cumplidos, una hoja de militancia impoluta, con varias milis a las espaldas, las guardias en la UGT, un ministerio, 19 años de gobierno de la Junta, una presidencia federal y una secretaría general del PSOE a cuestas, ha cogido las maletas y se ha marchado a Madrid, a ocupar una vicepresidencia tercera -menos jerarquía de la que hubiera sido razonable, francamente- para intentar buscar pactos, equilibrios, acuerdos y estabilidades imposibles entre las comunidades autónomas, las más fieras de las cuales están reclamando su bocado de la financiación con la navaja cabritera desplegada.

Da igual si aceptó el envite para facilitar el relevo en Andalucía como si lo ha hecho para ayudar a Zapatero en uno de sus retos más complicados y cuando necesita una transfusión urgente de peso político para su gabinete, descartados los experimentos light tipo César Antonio Molina, Mercedes Cabrera o Bernat Soria. El hecho es que la aceptación por parte de Chaves supone un acto de generosidad sin límites con su partido. "Nos pasa como le ocurrió a Felipe González durante mucho tiempo, que llega un momento en el que ya sólo tomas decisiones pensando en el partido".

En ello anda este político veterano al que una lesión lumbar le ha obligado a cambiar el footing por la bicicleta y quien ya el pasado miércoles se empapaba con la ilusión de un colegial los primeros papeles del departamento ministerial que le ha tocado en esta crisis abrileña. Nadie debería engañarse al respecto: Chaves era consciente de que 19 años en el poder desgastan al más pintado, pero estaba decidido a seguir por responsabilidad, ese concepto de forja. "Si las elecciones fueran hoy, me presentaría de nuevo", afirmaba hace sólo unas semanas. A su singular determinación ha ido añadiendo desde hace meses un enfado importante con algunos compañeros de partido empeñados en forzar su salida sólo unos meses después de haber ganado unas nuevas elecciones con mayoría absoluta, quizás por conjugar con cortedad de miras la teoría de la generación perdida: con Griñán puede que no sea una, sino dos.

Exasperado de ciertas deslealtades, se le ha escuchado decir: "Si me tiene que echar alguien, que sean los andaluces, porque me he ganado mi derecho a decidir". Pues en plena ley seca de especulaciones sucesorias, cuando el tema era tabú y desde la dirección regional se llamaba a los dirigentes a no abrir debates innecesarios y cainitas, Chaves se ha ido. En 48 horas. A la Villa y Corte.

A pechar con responsabilidades de Estado, cuando, en lo personal, más le apetecía dedicarle tiempo a sus nietas. Ha cogido el AVE como un disciplinado militante de base. Un felipista en la corte de Zapatero, quien ha manejado la política territorial con demasiada simplicidad estratégico-electoral, cuando, sabido es desde los tiempos de González, se trata de un complicado mecanismo que sólo es abordable con destornillador de experto relojero suizo.

Chaves, tan previsible, ha salido de la escena andaluza dejando desconcertados a propios y extraños. Mientras la Borriquita procesionaba por las calles andaluzas, los sms echaban humo, los secretarios provinciales se aprestaban a amparar a Griñán y la oposición intentaba recolocar su discurso. Sus enemigos se han quedado colgados de la brocha: están dudando entre si continuar con las invectivas contra él o empezar a descargar contra Griñán, que de eso se trata.

Griñán, el reto de la sucesión, el reto de gobernar Andalucía. La persona elegida por Chaves y aceptada por Zapatero, y que será refrendada por el Comité Director del PSOE andaluz, ha sido José Antonio Griñán. El actual vicepresidente segundo, responsable de las carteras de Economía y Hacienda y coordinador de toda el área económica del Gobierno, era en estos momentos de crisis la única persona con la solvencia suficiente para afrontar los retos que se le acumulan. Y está por ver si en el caso de no mediar la crisis no hubiera sido también el elegido.

Para llevar las riendas de una maquinaria como la de la administración andaluza -y lo hará solo, sin contrapoderes políticos dentro de su propio ejecutivo- hace falta saber de política, tener experiencia contrastada y además un apoyo sin fisuras de la organización política, condiciones que no concitaba nadie. Griñán es un político prestigioso y reconocido, artífice de la posición del Gobierno en materia de financiación, reconocido por sus adversarios -entre ellos Castells- con buena cintura política, con discurso y de un rigor insoslayable.

Estaba claro que Griñán era el más brillante del Ejecutivo actual. El PSOE tenía a su candidato tan a la vista que no lo veía y si lo veía, disimulaba con el discurso de la edad, esa añagaza que por lo general oculta más de lo que enseña y que suelen propalar algunos que sólo tienen como patrimonio político una alianza con el DNI. Es cierto que fue Chaves el que dio cuerda a la teoría de que su sucesor pertenecería a otra generación.

Pues se equivocó. Y a Griñán se le juzgará por sus aciertos, por la eficacia de las políticas de su gobierno y por los resultados que obtenga, no por la edad. Se la juega en una habitación oscura, con agua por los tobillos, donde hay cables sueltos y no lleva botas de goma. O sea, que lo menos que se llevará serán algunos chispazos, que así está la coyuntura negra de esta crisis y difícilmente se pueden esperar milagros, que si el futuro presidente andaluz cree en alguien será, como Trueba, en Billy Wilder. Difícil se le presentan las cosas, pero estos días está ya como un niño con zapatos nuevos...

Puede leer el artículo completo en la edición impresa de El Correo de Andalucía.

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