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Dos o tres tazas de Larsson

Entre dos tierras estoy: un pie en la orilla de quienes disfrutaron el verano a la sombra de Lisbeth Salander, otro en la parte de quienes -quizá por su condición extraterrestre- desconocen a Stieg Larsson. Ni chicha ni limoná: por desconocimiento, ni me gusta ni me disgusta...

el 16 sep 2009 / 08:36 h.

Entre dos tierras estoy: un pie en la orilla de quienes disfrutaron el verano a la sombra de Lisbeth Salander, otro en la parte de quienes -quizá por su condición extraterrestre- desconocen a Stieg Larsson. Ni chicha ni limoná: por desconocimiento, ni me gusta ni me disgusta.

Y es que confieso, incluso ante el riesgo de que mi piel mute al verde y me surjan antenas marcianísimas tras el flequillo, no haber leído aún ninguno de los volúmenes de la saga Millenium; tampoco me he acercado al cine para corregir -aunque con el resumen audiovisual, igual que los chavales de instituto antes de un examen sobre una obra clásica- mi ignorancia. Conozco los nombres de los protagonistas, reportaje a reportaje he aprendido el periplo vital de su autor, y poco más. No me falla la curiosidad, ni me ciega el exceso de orgullo y prejuicios: ¿está encuadernado, propicia que surjan los lectores? Pues chapeau.

Dicho esto, ignoro hasta qué punto las obras de Larsson consiguen visibilizar y denunciar "la violencia contra las mujeres", y "poner de manifiesto que no sólo es deseable sino posible la construcción de una sociedad libre de violencia de género por todos sus integrantes, mujeres y hombres". No lo sé.

Así justifica el Consejo General del Poder Judicial la concesión póstuma a Stieg Larsson del premio a la labor destacada contra la violencia de género, que coordina el correspondiente Observatorio y que -recalco- ¿Las novelas de Larsson actuarán como agua de Lourdes, como niños de Fátima, contra el maltratador que se enganche con su trama? ¿No existen candidatos más firmes y atemporales, aunque menos mediáticos?

Asociaciones que trabajen a diario, voluntarios que merezcan focos y empujón?

El editor Mario Muchnick aseguró que lo peor no son los autores. Para quienes no deseen caldo de hacker, los fans de Stieg Larsson sirven dos tazas; la tercera, quienes se aprovechan del tirón. Me apetece leer las tres entregas de Millenium, sí, pero la histeria casi adolescente de algunos me evapora las ganas.

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