XXIV Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza. Fecha: 27 abril 2014. Pedro Halffter y Óscar Martín, pianos. Programa: Sinfonía nº 1 en Re mayor « Titán » de Gustav Mahler, versión para dos pianos de Bruno Haller. No podíamos sustraernos a la tentación de titular esta reseña de forma tan obvia con la traducción española del clásico que dirigió John Sturges en 1957 sobre el duelo entre Wyatt Earp y Doc Holliday en el famoso O.K. Corral. Un pianista frente al otro recreando esta trascripción de la Sinfonía Titán de Mahler lo ponía muy fácil. La costumbre de transcribir grandes obras sinfónicas, óperas e incluso piezas de cámara estuvo muy extendida en el siglo XIX con el ánimo de acercar la música de concierto al mayor número de hogares. La aparición de la grabación fonográfica, y muy especialmente de los actuales soportes digitales, ha democratizado definitivamente el acceso del gran público a la música de calidad. Hoy por lo tanto descubrir esta práctica se convierte en una experiencia casi nostálgica y una forma distinta de acercarse a obras tan archiconocidas y programadas como ésta. En lugar de optar por la más frecuentada para piano a cuatro manos de Bruno Walter, amigo y asistente personal de Mahler, Martín y Halffter, para quienes esta semana ha sido muy intensa en el Maestranza, se decantaron por la más vistosa para dos pianos, dominando el primero en la melodía haciéndose cargo de los registros más agudos del instrumento, y el segundo de la armonía y el contrapunto apoyándose en los graves. El resultado fue más un diálogo, intenso según qué pasajes, que un duelo propiamente dicho, adaptándose cada uno al otro para producir a menudo efectos distintos a los generados por la partitura en su concepción original, aunque igualmente interesantes. La Titán es una sinfonía fundamentalmente heroica que en esta versión se tornó más bien melancólica y apesadumbrada. La introducción misteriosa se transformó en clasicismo derivado de los aires pastorales originales, mientras los resortes bohemios de la marcha fúnebre quedaron desdibujados en su reducción pianística. El extraordinario esfuerzo de ambos intérpretes en los pasajes más enérgicos se vio compensado con el lirismo exacerbado de Martín por ejemplo en el centro del danzarín segundo movimiento, mientras Halffter mantuvo la disciplina y la atención propias de un acompañamiento mesurado y equilibrado. Los resultados fueron tan estimulantes como los del adagietto de la quinta ofrecido como propina.