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Dulces bocados de cardenal

El convento de las clarisas de la calle Águilas es uno de los que participan en la muestra de dulces del Alcázar, que se inaugura hoy

el 05 dic 2014 / 12:00 h.

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Sor Angélica repone en las estanterías del despacho algunas de las especialidades confiteras del convento de Santa María Jesús. Foto: José Luis Montero Sor Angélica repone en las estanterías del despacho algunas de las especialidades confiteras del convento de Santa María Jesús. Foto: José Luis Montero La campana automatizada del convento ha sonado, como todas las mañanas, a las 5.45 horas. Las 20 religiosas de la comunidad de franciscanas clarisas del convento de Santa María de Jesús, en la calle Águilas, abandonan sus celdas para emprender con una sonrisa dibujada en sus rostros  una nueva jornada de trabajo y oración. A las 6.30 horas comienzan sus rezos: oficio de lectura, laudes, eucaristía, acción de gracias, oración de tercia en el coro... El desayuno llega después de las 9.00 y es a continuación cuando se reparten las tareas del convento. Además del turno de adoración permanente ante el Santísimo en la iglesia, algunas religiosas acuden a portería, otras a la cocina, una se encarga de cuidar de la hermana impedida que guarda cama y el resto se enfunda el delantal para elaborar en el obrador conventual los dulces artesanales tan demandados por los sevillanos.Los corazones de almendra, las tortas de Santa Clara, el turrón blando, la pasta de nuez o los cortadillos de cabello de ángel son algunas de las especialidades confiteras de un convento de reciente tradición repostera y que tiene en la pequeña imagen de San Pancracio que se venera en su iglesia a uno de sus estandartes por su gran devoción popular. No en vano, la imagen del joven santo martirizado en tiempos de Diocleciano embellece las primorosas cajas en las que las monjas venden sus dulces. Aunque a día de hoy siguen manteniendo otras actividades como la encuadernación y el lavado de ropa en seco, la venta de dulces a través del despacho conventual es el modo principal de subsistencia de estas 20 religiosas clarisas, una comunidad al frente de la cual se encuentra la cordobesa madre Aurora y en la que se mezclan múltiples nacionalidades (Italia, Perú, México, Tanzania, Kenia y España).  Harina, azúcar, huevos, canela, anís, vino blanco, matalauva, chocolate y «mucha almedra» son los únicos ingredientes de los dulces que se elaboran en este obrador, sin ningún tipo de aditivo o conservante. «Artesanos y naturales cien por cien», subraya la mexicana sor Lucía, una de las encargadas de la repostería en esta comunidad, donde también se realizan dulces por encargo. El último de ellos, una tarta artesanal para un cumpleaños. Bandeja de dulces recién salidos del horno. Foto: José Luis Montero Bandeja de dulces recién salidos del horno. Foto: José Luis Montero Amén de las numerosas parerejas de novios y amigos de los contrayentes que mantienen la bella tradición de llevar huevos a Santa Clara para que el día del enlace luzca el sol, el torno del convento es frecuentado a diario por «hermanos que viven en la calle» y que tocan en la puerta del convento buscando algún alimento. «Con los huevos que los novios ofrendan a Santa Clara elaboramos un revuelto con verduras, carne o pescado y hacemos bocadillos que entregamos calientes, a veces con un dulcecito, a esos hermanos», explica sor Angélica, un italiana estudiante de Farmacia en la Universidad de Milán que aterrizó en Sevilla con una beca Erasmus en 2012 y a la que Dios llamó a la vida consagrada después de visitar la iglesia de este convento. Abandonó Farmacia y profesó sus votos. «La oración llega donde no puede llegar la Medicina», dice con una sonrisa. En el Alcázar. Desde hoy y hasta el lunes el palacio Gótico del Alcázar acoge la trigésima edición de la muestra de dulces de convento de clausura de la Archidiócesis de Sevilla. Este año participan ocho conventos de la capital y 13 de la provincia. El horario será de 10.00 a 19.00 horas ininterrumpidamente, a excepción de hoy en que la muestra abre sus puertas a las 15.00 horas. Es una magnífica ocasión para colaborar en el sostenimiento de unas comunidades sin apenas recursos.

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