El Correo de Andalucía entrevistó la pasada semana a Antonio García Barbeito , pregonero de la Semana Santa 2010, que anteayer ofreció un hermoso texto en el Maestranza.
En su entrevista formuló afirmaciones muy contundentes y, desde luego, inéditas en la voz de un pregonero. “No me confieso ni voy a misa; mi religión es el Sevilla Fútbol Club”; “no soy cofrade ni al uso ni al desuso, es que no soy cofrade” y otras similares. En términos periodísticos, un pregonero que revela tales afirmaciones equivale al hombre que muerde al perro. Es, simplemente, noticia.
El Correo plasmó sus declaraciones literales en una entrevista realizada por el periodista Pepe Gómez Palas, redactor de esta casa y dedicado a la información cofrade hace ya 12 años, cuyo rigor, conocimiento y compromiso con el mundo de las cofradías está más que acreditado y reconocido.
Las declaraciones de Barbeito no han sido ni enjuiciadas ni cuestionadas por este periódico, que respeta la intimidad de cada cual y su forma de entender su fe, aunque legítimamente podríamos habernos interrogado por la heterodoxia del pregonero, quien seguramente ha sido más sincero que otros muchos que le han precedido, pero que ha sido incapaz de entender que la aceptación del encargo conlleva aceptar unas reglas de juego no escritas pero de sobra conocidas por todos.
Él lo ha hecho, pero la valentía que mostró en sus afirmaciones le faltó para mantenerlas. La cuestión es que el pregonero no ha estado a la altura de las circunstancias. La entrevista originó un revuelo considerable tanto en Palacio como en el Consejo de Hermandades y en el mundo cofrade en general.
El arzobispo pidió explicaciones al presidente del Consejo y, a su vez, muchos hermanos mayores comenzaron a preguntarse por la idoneidad de Barbeito. A partir de ahí, preso de un nerviosismo inexplicable en quien con tanta reciedumbre mantiene afirmaciones similares, el pregonero optó por la peor de las estrategias: culpar al periodista y a El Correo. Rechazó el ofrecimiento de este periódico para que matizara sus palabras, amenazó iracundo con escribir contra El Correo y comenzó a mentir.
Ha ido construyendo un gran embuste como estrategia de defensa: primero negó sus palabras, después dijo que las había pronunciado off the record y, finalmente, adujo que la entrevista había sido “manipulada para escandalizar”. Tres mentiras, una tras otra. Ha sostenido que El Correo ha ido a por él cualquiera sabe por qué, cuando se trata de una persona vinculada durante años a esta casa y que gozaba de nuestra admiración y respeto. Dice y escribe que hemos orquestado una campaña contra él y otras patrañas del mismo tenor.
Tras oírle, la mayor de las veces sotto voce y a través de terceros, y otras en sus propias palabras, desmentir la entrevista, tuvimos la tentación de colgar en la web el audio completo de la misma hace una semana. Es lo que procedía para aclarar dudas. Sin embargo, El Correo de Andalucía ha considerado que su responsabilidad y su compromiso con Sevilla exigía esperar a que pasara la fecha del pregón, precisamente para no dar argumento a quien ha sido incapaz de sostener sus propias afirmaciones, hasta tal punto que ha llegado a modificar el pregón para justificarse, incluyendo pasajes con aires de ajuste de cuentas, él sabrá con quién, utilizando el atril del Maestranza.
En cualquier caso, decidimos no ofrecer el audio al conocimiento general hasta después del pregón: lo contrario hubiera sido echar gasolina al incendio y, posiblemente, poner en cuestión el pregón de la Semana Santa de Sevilla, una hermosa cita que la Sevilla cofrade tiene derecho a disfrutar sin debates colaterales.
Y es lo que hemos hecho: aguantar. Hasta hoy: el pregón se ha celebrado pero el pregonero sigue ofuscado y mintiendo, insultando a esta cabecera y a sus profesionales, ciego en su laberinto, lanzando invectivas con una animadversión que sorprende contra el periódico decano, que durante 110 años ha demostrado su cariño y respeto por las cofradías de Sevilla. Él sabrá.
Hoy nos debemos a nuestros lectores y a los sevillanos en general. Para que resplandezca la verdad, nada mejor que acceder al audio colgado desde hoy en la web de El Correo (www.elcorreoweb.es) y que cada cual saque sus conclusiones y observe –junto al texto impreso que también está en la web– si ha existido manipulación. Los trabajadores que hacemos El Correo estamos satisfechos. Hemos cumplido con nuestra obligación informativa y con nuestra responsabilidad con Sevilla.
