Cultura

Eduardo Jordá: "Las ciudades no te inspiran, sólo importa tu interior"

El escritor mallorquín afincado en Sevilla reúne lo mejor de su poesía en el volumen ‘Pero sucede’.

el 07 sep 2010 / 19:15 h.

No es frecuente que un poeta tardío como es Eduardo Jordá (Palma de Mallorca, 1956) concentre en tan pocos años una producción tan rica.

Con cinco libros en apenas diez años, este escritor afincado en Sevilla ha logrado dar con una voz propia que suena todavía más depurada en Pero sucede (Renacimiento), la antología que acaba de ver la luz bajo el cuidado del también poeta Antonio Rivero Taravillo.
A la hora de hacer balance de su obra en verso, Jordá asegura "sentirse sorprendido de algunas cosas de las que ahora no sería capaz, o me costaría mucho repetir", especialmente "de algunas imágenes que, en cierto modo, hoy me resultan inconcebibles. Con los años me he vuelto más lento de reflejos, o quizá la edad me pasa factura", admite.

Los poemas de este volumen han sido espigados de Ciudades de paso (2001), La estación de las lluvias (2001), Tres fresnos (2003), Mono aullador (2005) e Instante (2007), e incluye además media docena de poemas inéditos.

El título de la antología remite, en cambio, al poema preferido de Jordá de entre todos los que conforman la selección. "Si hubiera de perdurar uno, si pudiera elegir por qué poema quiero ser recordado, me gustaría que fuera Pero sucede", afirma.

Las páginas de Pero sucede son un compendio de las pasiones y obsesiones de su autor, desde su Mallorca natal a los horizontes viajeros, el rock -es autor de una biografía del músico Van Morrison- y los emblemas del coraje, pero sobre todo está presente la sombra tutelar de sus maestros, que no duda en reconocer: "Como empecé tarde, mis gustos ya estaban formados y no se han movido en estos años", explica.

"Mis tres poetas de siempre son Stevenson, Yeats y Mandelstam, aunque también tengo siempre a mano al polaco Milosz, al americano Robert Frost y a un poeta inglés, muerto en la I Guerra Mundial, que me gusta mucho: Edward Thomas, que todavía está sin traducir".

Esta lista invita a pensar en la anécdota según la cual una vez un profesor de Estética le dijo a Jordá que parecía un poeta extranjero, y que éste respondió que era el mejor piropo que le habían echado nunca. ¿No hay ningún español entre sus autores predilectos? "Sí, están Cernuda, Machado, Joan Margarit y José Mateos", enumera de corrido.

Después de recorrer el mundo, y de contarlo en libros de viajes como Tánger, Canciones gitanas o Norte grande, Eduardo Jordá lleva ya 20 años instalado en Sevilla, ciudad que aparece en no pocos poemas de la antología, desde el titulado La buhaira al dedicado a su amigo, el malogrado poeta Vicente Tortajada, pasando por el titulado La casa de los pájaros, inspirado en Itálica: "Todo es desolación y ruina, dicen./ No estoy de acuerdo. Quedan los mosaicos,/ las lápidas, el orden, una forma/ de amar la vida, de temer la muerte".

Por otra parte, Jordá cuestiona que vivir en una capital como la hispalense sea una ventaja indudable para un poeta. "No creo que te inspiren las ciudades, a la hora de escribir sólo importa tu interior, tu receptividad, tu comunicatividad, aunque no me guste nada la palabra: estar atento a lo que ocurre a tu alrededor, eso es lo que te ayuda a escribir", agrega.

En todo caso, además de escenarios andaluces, el lector encontrará en estos poemas otros muchos rincones, desde Nueva York a Reading, pasando por Palestina o Berlín.
Una vez hecho balance con este Pero sucede, toca seguir cultivando: "Ahora escribo un poco menos, y ya me harté un poco de los endecasílabos: prefiero una poesía más libre, sin pautas métricas. Pero sigo en ello", apostilla el escritor.

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