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Eduardo Noriega, un abogado nada frustrado

el 28 oct 2009 / 17:23 h.

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Cuesta imaginarse a Eduardo Noriega en un despacho de abogados, detrás de una mesa tramitando demandas y demás papeleo judicial. Pero ése habría sido el destino de esta joven estrella del cine español si el destino no hubiera querido verlo triunfando en los cines de nuestro país.

Noriega nació el 1 de agosto de 1973 en Santander y fue el menor de seis hermanos. Su niñez fue la propia de chalquier chaval. Practicó el fútbol hasta juveniles y siempre se sintió atraído por el mundo de la cultura. No en vano, estudió solfeo en el Conservatorio de Santander. Después del instituto, su objetivo era estudiar Derecho, como tantos otros jóvenes de la época, si bien intentó también probar suerte como actor, matriculándose en la Escuela de Arte Dramático de su ciudad natal. Sin embargo, la fortuna quiso que fuera admitido en la Real Escuela Superior de Arte Dramático, donde se trasladó tras anular la matrícula de Derecho.

Debutó como actor amateur en un corto dirigido por Carlos Montero. Su intervención incorporando un pequeño papel en la película de Montxo Armendáriz Historias del Kronen (1994) sería su primer trabajo en un largometraje. Un año después coincidió por primera vez con Alejandro Amenábar en el rodaje del corto Luna (1995).

Sin saberlo, haber conocido a este director le lanzaría definitivamente a la fama, ya que Eduardo Noriega se convirtió en el actor fetiche de Amenábar, quien le hizo protagonizar sus exitosas películas Tesis (1996) y Abre los ojos (1997). Por este último título sería nominado al premio Goya como Mejor actor principal.

Otros títulos de su filmografía son Cuestión de suerte (1996), filme con el cual compartió protagonismo con la italiana Anna Galiena, Cha-Cha-Chá (1998), comedia coprotagonizada con Ana Álvarez, con la que mantuvo un romance, Carretera y manta (2000), película que contaba con la presencia femenina de Carmen Maura y Natalia Verbeke, Plata quemada (2000), filme de Marcelo Piñeyro coprotagonizado por Leonardo Sbaraglia, o El espinazo del diablo (2001), título dirigido por Guillermo del Toro.

Con Mateo Gil, guionista de Amenábar, rodó el corto Allanamiento de morada (1998) y más tarde protagonizó la película de intriga Nadie conoce a nadie (1999). Al margen de su carrera cinematográfica, Eduardo Noriega ha hecho sus pinitos en el mundo del teatro, interpretando, entre otras obras, La Celestina de Fernando de Rojas.

Algunos de sus últimos trabajos son Novo (2002) de Jean-Pierre Limosin, El lobo (2004), película en la cual encarnaba la figura real de Mikel Lejarza, un policía inflitrado en el grupo terrorista ETA, y Alatriste (2006).

Ahora vuelve con Petit Indi, una cinta que aúna la naturaleza cambiante con el tránsito de un adolescente hacia la madurez. Un camino que Noriega ha recorrido con excelentes resultados.

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